domingo, 13 de diciembre de 2015

sábado, 14 de noviembre de 2015

Savater contra los fanáticos


 El fanatismo presenta múltiples ropajes: políticos, religiosos, identitarios, etnicistas… o de cualquier otra naturaleza. Podría emanar de todo tipo de proclamas (atroces y asesinas, o incluso sensatas y cabales), puesto que el desbarre fundamentalista no siempre reside en las convicciones defendidas; y sí en las prácticas adoptadas para defenderlas.

Ese ogro está vivo y coleando. Colea para matar, para envilecer, para reprimir. Colea para aterrorizar. Los atentados de París vuelven a recordarnos la descomunal excrecencia del fanatismo. Y conviene no olvidarlo: la deriva integrista (en nombre de lo que sea) ni está circunscrita al pasado, ni obligatoriamente pilla lejos, ni es patrimonio en exclusividad de los terroristas.

Un ejemplo que corroboraría esto último. Este verano se publicó que una joven había muerto ahogada, porque su padre no permitió que los socorristas llegaran a tocarla. Ese padre no era terrorista (ninguna información apuntaba en ese sentido) y supongo que ese padre querría mucho a su hija. Pero lo cierto es que quiso más a su doctrina; y prefirió verla morir antes de que viviese con lo que él habría considerado una inasumible mácula. El balance parece claro: la chica falleció ahogada, mientras que el fanatismo, en pleno 2015, evidenciaba seguir tan a flote

La nómina de fanáticos, pues, es bastante abarcadora. Fernando Sávater lleva décadas combatiendo el fanatismo. Su penúltimo ensayo lo aborda de manera expresa, adentrándose para ello en un pensador que fue también paladín de ese combate.  De ahí Voltaire contra los fanáticos (Ariel, 2015).

La divisa del fanático vendría a ser “piensa como yo, o muere”, “cree lo que yo creo, o te haré todo el daño que pueda”, “asume lo que yo te digo, o perecerás”. Planteamientos parejos (en distintos grados, pero similar esencia) son más habituales de lo que resultaría reconfortante. Por eso el fanatismo no es un mero recuerdo histórico. Está vigente en la actualidad, y a veces lo encontramos bien cerca: al otro lado de la esquina, incluso, de nuestro propio carácter.

Lo decisivo del fanático no es tener una creencia que defiende con fervor. Lo definitorio del fanático es considerar que su creencia ha de ser una obligación para los demás. El fanático buscará imponer su credo, convencido de estar haciendo no sólo una gran labor, sino la única labor que debe hacerse.

“Si la persona humanista y civilizada pide las cosas por favor”, el fanático “las exige por pavor”, sintetiza Savater. Es así de triste. Y es así de constatable. El fanatismo, como el cartero de la película, suele llamar dos veces. La primera para embaucarte; y la segunda, si lo hubieras desoído, para silenciarte o terminar contigo.

“La única arma que existe contra este monstruo es la razón. La única manera de impedir a los hombres ser absurdos y malvados es ilustrarles. Para hacer execrable el fanatismo no hay más que pintarlo”, escribió Voltaire. Ciertamente, desenmascarar la fanática vileza es prioritario. Y para ello, estimular el ejercicio racional se convierte en requisito imprescindible.  

Apuesta Savater por una razón “atrevida” (para desligarse de tutelas acríticamente aceptadas) y “modesta” (para acatar los límites que a todos nos envuelven). Desde luego, conoce Savater de lo que escribe, y practica de lo que habla. Con arrojo, pero también con humildad, Savater nunca se esconde. En su encomiable trayectoria ha sabido estar al frente: sin escondites ni disimulos, y asumiendo severos riesgos, mientras otros se ponían de perfil.

El coraje democrático y la valentía cívica de Savater, junto a su tono desenfadado, ameno y divulgador, configuran algo más que una forma de escribir: es un estilo de vida. El mejor antídoto frente a cualquier empeño fanatizador.

El parisino Voltaire fue (y es) un referente contra el fanatismo. Tarea que no está acabada, y cabe temer que nunca se acabará por completo. Por eso corresponde seguir librando esa batalla. En ese cometido siempre nos ayudará un ejemplar defensor de la ciudadanía: un donostiarra universal que se llama Fernando Savater.   

twitter: @osanchezalonso
 
 
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artículo también publicado en ¿HAY DERECHO? (blog sobre actualidad jurídica y política), el 15-11-2015.
 
 



sábado, 7 de noviembre de 2015

viernes, 6 de noviembre de 2015

Luna, publicidad, poesía


Un gran poema “no es el inventario de un tesoro, sino una forma de desenterrarlo”. Un auténtico poema no es el que nos habla de la luna, sino el que consigue que “nunca más podamos mirarla como lo hacíamos antes” (Benjamín Prado, 7 maneras de decir manzana).
Siempre me pareció muy certero ese apunte de Prado. El anuncio navideño de John Lewis me ha hecho recordarlo. Y el anuncio evidencia, también, que la poesía encuentra múltiples ropajes, formatos y cauces.
El discurso publicitario nunca ha renunciado a la poesía. Por eso siempre ha existido publicidad que nos hizo mirar de otro modo... para ayudarnos a ver lo que no veíamos

twitter: @osanchezalonso
 
  
 

sábado, 31 de octubre de 2015

viernes, 16 de octubre de 2015

Irene Lozano y los macarras de las esencias


Hace años Serrat compuso una canción titulada “Los macarras de la moral”. En ella criticaba la intransigencia y el fundamentalismo de ciertos entornos reaccionarios que no paraban de dar la tabarra con su particular moralina (cosa bien distinta de la ética, dicho sea de paso).

Aunque Serrat no lo contase, no me cabe duda de que los postulados reaccionarios se ubican en todo el espectro ideológico. Y siempre hay  días para volverlo a comprobar.

Me acuerdo de esa canción al observar vejaciones e insultos que está recibiendo Irene Lozano, por haber decidido involucrarse, para la próxima legislatura, en un partido distinto al que había sido el suyo.   

Por desgracia, el matonismo habita desenvuelto en la política; y desde luego, el tono faltón, arrogante, injusto y chulesco nada tiene que ver con la crítica argumentada que tan indispensable resulta en toda democracia.

A su vez, causa estupor que esa virulencia (en su vertiente más hooligan) pueda proceder de gente con la que se compartió afiliación. Sirva como muestra. Elijo este ejemplo, entre tantos, por proceder de un diputado de UPyD, miembro además de la anterior Dirección del partido. Gorriarán ha venido combinando su meritoria labor parlamentaria... con un lamentable ejercicio tuitero. Y en este caso, la ofensa y la injusticia volvieron a aflorar

 
A estas alturas, ya no me sorprende nada de esto. Descalificaciones (por parte de compañeros de filas) han sido habituales contra aquel que osara distanciarse de la ortodoxia upeydera. Y variados oprobios ya se vertieron sobre la candidatura de Renovadores, cuando legítimamente intentó (intentamos) plantear un nuevo ciclo en UPyD.

Quienes merezcan aplauso y reconocimiento, por mi parte lo seguirán teniendo. Al margen de que se queden en UPyD, funden un nuevo partido, se vayan a otro ya existente… o decidan marcharse a casa. Así traté de explicarlo en julio, y así sigo pensándolo.

Es bueno que a la política se acerquen personas valiosas y competentes. Y habría que ser muy sectario para presuponer que sólo una formación puede aglutinar aportaciones razonables, éticas y regeneradoras.

En consecuencia, me alegra que personas de la talla de Irene Lozano prosigan en primera línea. Será sensato que en su nueva etapa se la aplauda por sus aciertos y se la critique por sus errores, pero no desde el maniqueo prejuicio de estar conmigo o contra mí.

Ojalá la próxima legislatura llegue con muchos políticos brillantes, estén en unas u otras siglas. Como es obvio, un mejor Parlamento siempre beneficiará a la democracia parlamentaria. Y eso es algo que  beneficia al conjunto de la ciudadanía, independientemente de lo que cada cual vote.

De hecho, va a ser muy complicado que PSOE y PP puedan ganarse mi voto de aquí a diciembre. Pero defiendo el derecho de cualquiera a marcharse donde considere (sin ser por ello insultado); y defiendo que la política se enriquecerá, cuando personas de contrastada solvencia lleguen a unos u otros partidos.

Y por último. Sobre los que enarbolan actitudes resentidas, insultantes, coactivas e infames... no hará falta añadir mucho más. Los macarras de no sé qué supuestas esencias, no sé qué pretendidos pedigrís y no sé qué manoseadas purezas me causan el mismo hartazgo que aquellos a los que cantaba Serrat.

twitter: @osanchezalonso
 

martes, 6 de octubre de 2015

domingo, 4 de octubre de 2015

Ese `buen ser´ que ultima la profesionalidad


Adela Cortina ayudó a popularizar la diferencia entre bienestar y bienser. Esa distinción (abordada en obras como Por una ética del consumo) podría encontrar su proyección sobre otros escenarios. Pongamos un ejemplo.

Reconforta que el buen hacer obtenga su merecido reconocimiento; pero también es de justicia que el buen ser pueda servir de modelo. Hace un año, Eduardo Suárez ganaba el Premio Gabriel García Márquez de Periodismo, y en breve nacerá un proyecto periodístico (El Español) del que es uno de sus principales fundadores.

No voy a reseñar los múltiples méritos que están ya presentes en la trayectoria de este periodista. Hoy tan sólo pretendía referirme a ciertas actitudes: actitudes que no están ligadas a quehaceres del oficio; y que sin embargo forjan la profesionalidad en su máxima expresión.

Conocí a Eduardo Suárez hace ya bastantes años. Él era un joven universitario que estudiaba Periodismo en Salamanca; y estaba repleto de un inmenso potencial… que el paso del tiempo ha corroborado. Pero junto a las habilidades referidas propiamente al hacer, estaban (y siguen estando) destrezas y talentos que guardan conexión con el ser.

Me limitaré a entresacar un tuit del autor. Sirva como humilde sinécdoque: la parte (esos 140 caracteres) por un todo de mucho mayor alcance. Un tuit que escribió a raíz del reseñado galardón, y que recuerdo haberlo leído con sobrecogimiento (quizá porque cierto trasfondo también me resultase familiar):   



Así que aprovechando el aniversario del buen hacer; me parecía de justicia, ya dije, rendir tributo a ese buen ser que completa, perfila, perfecciona y ultima... la añorada profesionalidad

twitter: @osanchezalonso

viernes, 2 de octubre de 2015

Ficción, yo digo tu nombre


Hay ficciones que enmascaran lo real, y ficciones que permiten vislumbrarlo. Hay ficciones que entontecen, y ficciones que reportan lucidez. Hay ficciones que esclavizan, y ficciones que nos hacen libres.

Hay ficciones que prestan engañosas certezas, y ficciones que brindan un veraz interrogante.

domingo, 19 de julio de 2015

Regalo fugaz y perenne


Si alguna vez sufres –y lo harás- / por alguien que te amó y que te abandona / no le guardes rencor (…)”, nos aconseja Benítez Reyes en su “Advertencia”.

Hoy, si me permiten, recomendaría este poema a gente de UPyD. Algunos no han parado de despotricar contra todo aquel que entendió que el partido requería renovarse. Y en ese despotrique aludo a insultos, ofensas, falsedades y majaderías vertidas en las redes sociales (contra los que eran o seguimos siendo sus compañeros de partido); y en ese despotrique contemplo también otras muestras de mala educación, que se evidenciaron en el propio Congreso Extraordinario (como retirar el saludo, o como abandonar el auditorio cuando intervenía una voz respecto a la que no se sentían afines).

Por mi parte, quienes merezcan aplauso y reconocimiento lo van a seguir teniendo, con independencia de que se queden en UPyD, funden un nuevo partido, se vayan a otro ya existente… o decidan marcharse a casa.

Esa básica premisa no es tan compartida como parecería deseable. Por lo que se ve, algunos no juzgan propuestas, acciones y trayectorias. Tan sólo aplauden o denuestan la procedencia de las mismas. Su dictamen lo emiten en función de que la persona prejuzgada presente sus mismas siglas y (requisito sine qua non) su misma orientación dentro de esa militancia.   

Desde esos planteamientos es difícil ensanchar un partido. Si la crítica constructiva se interpreta como perniciosa, el empobrecimiento cuantitativo y cualitativo es automático.

Hay muchos afiliados y simpatizantes que se han marchado de UPyD. Habrá casos y casos, pero estoy seguro de que no todos los que dieron un paso atrás eran unos “traidores”, unos “desleales”, unos “tránsfugas”, unas “ratas que abandonan el barco”… y otras estúpidas lindezas que no han parado de sermonearse desde algunos ámbitos.

A toda esa sangría han contribuido, sin duda, detestables actitudes que han calado en significados nombres de las siglas. Con quienes las abanderan aún comparto afiliación. Sin embargo es obvio  que algo no encaja en esa coincidencia: o bien se equivocaron de partido… o bien me equivoqué yo. Y lo constatable es que el Manifiesto Fundacional de UPyD (excelente Manifiesto que tanto sigue mereciendo la pena) no prescribe tales actitudes.

Pero en fin. Quienes deseen proseguir con esas campañas de envilecimiento, allá cuentas. Yo optaré por quedarme con el cierre que brinda el citado Benítez Reyes:

"Así que cuando sufras –y lo harás-
por alguien que te amó, procura siempre
acusarte a ti mismo de su olvido
porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato.
Y aprende que la vida tiene un precio
que no puedes pagar continuamente.
Y aprende dignidad en tu derrota,
agradeciendo a quien te quiso
el regalo fugaz de su hermosura."

Felicito, y le deseo lo mejor, a la nueva Dirección de UPyD. Yo formé parte de otra candidatura (la de Renovadores), y desde luego que no me voy a avergonzar de ello: todo lo contrario. A esas personas que apostaron por corregir lo que entendieron corregible, les quiero dar las gracias. A esas personas que (dentro o fuera de UPyD) seguirán trabajando por la regeneración democrática, les muestro mi gratitud. A esas personas que legítimamente lo intentaron, les quiero agradecer “el regalo fugaz de su hermosura”, y el regalo perenne de su valía, su esfuerzo y su coraje.

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PD: El 31 de agosto de 2015 (habiendo comprobado que proseguían ciertas actitudes deplorables) pedí mi baja como afiliado de UPyD. Los reseñados sinsabores jamás me harán olvidar ni lo meritorio del proyecto (mientras lo fue), ni las gratas experiencias en él vividas, ni la mucha gente valiosa que en él conocí.   

Twitter: @osanchezalonso

martes, 7 de julio de 2015

Calcetines y UPyD


Si un fabricante de calcetines sólo fabricase calcetines para fabricantes de calcetines, sería un tanto absurdo, ¿verdad? Esa idea vino a apuntarla un filósofo alemán de nuestro tiempo. Odo Marquard se apoya en esta metáfora de los calcetines para plantear a sus colegas filósofos que no tendría mucho sentido escribir sesudísimos escritos que sólo pudieran ser digeridos, en el mejor de los casos, por algún entusiasta devoto de la causa.

Y la reflexión cabe extrapolarla a muchos más escenarios. Por ejemplo, es una premisa sustancial para la docencia: alguien no es un buen profesor por lo que sabe, sino por lo que hace aprender. La mera acumulación de saberes resulta alicorta, en tanto que ese conocimiento no logre transmitirse, y en tanto que ese conocimiento no logre generar un nuevo aprendizaje en el alumnado.

A su vez, esa reflexión de los calcetines resultaría también extrapolable a la política. No sólo hace falta que un partido político tenga propuestas sensatas, y no sólo hace falta que sean muy celebradas entre un reducido círculo de militantes. Hará falta llegar a la ciudadanía y tener presencia en las instituciones, para poder llevar a cabo ese programa.

El próximo sábado elige UPyD una nueva Dirección. En estos casi ocho años de trayectoria, UPyD ha hecho muchas cosas bien (“hoy todos dicen combatir, lo que ayer casi nadie combatía); pero sería ocioso negar que se han cometido errores

Formo parte de la candidatura de Renovadores, y en ella se asumen ambas premisas: tanto el reconocimiento de lo hecho, como la necesidad de corregir las deficiencias que tanto lastre han supuesto. Del programa `renovador´, entresacaría tres cambios de actitud que me parecen muy reseñables:  


1. UPyD ha de asumir mejor la crítica interna 

Si cuando alguien discrepa o alguien da un paso atrás pasa a convertirse en un `traidor´, en un `desleal´ o en un `mal compañero´, por esa vía seguiremos empequeñeciéndonos desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo

Es decir, por ese camino se marchan afiliados y simpatizantes; por ese camino nos convertimos en un partido bronco al que da pereza sumarse; y por ese camino nos perdemos la valiosa aportación de personas, cuya crítica no debiera convertirlas de inmediato en sospechosas. 

No se es más de UPyD por el hecho de aplaudir, de manera enfervorizada, cualquier decisión que adopte su cúpula. Quien bien te quiere... no siempre tiene por qué jalearte.


2. UPyD ha de ser un partido que dialogue más y vigile menos

Y ese diálogo se ejerce respecto a la sociedad, pero también respecto a su gente. Muchos afiliados y simpatizantes han estado siempre dispuestos a poner su esfuerzo de manera generosa y altruista. Aguardan, qué menos, cierta empatía, cierta complicidad y cierta confianza

“Más vocación de escuchar y menos obsesión por controlar”, escribió literalmente Fernando Savater (6-5-2015, El País). Los mensajes de Savater, como es sabido, nunca conviene echarlos en saco roto.


3. UPyD tiene que ser consciente del tiempo que nos toca vivir

En este aquí, y en este ahora, la ciudadanía pide a los partidos (en plural) que resuelvan los acuciantes problemas con que se topa nuestra sociedad.

La autonomía de UPyD es indispensable. Tan indispensable como para que sean sus afiliados, todos ellos, los que de manera autónoma puedan decidir si hay que llegar a determinados pactosPactos que en todo caso tendrían que ser perfectamente transparentes, perfectamente definidos, perfectamente coherentes con el Manifiesto Fundacional de UPyD… y perfectamente consecuentes con su lema originario: “lo que nos une”. 

La independencia en política no debe estar reñida con la defensa del interés general. Y será la defensa del interés general lo que en verdad preserve la identidad de nuestras siglas. La independencia no equivale al aislamiento. El aislamiento puede ser un requisito para convertirse en ermitaño, pero no obligatoriamente es una virtud para el ejercicio de la política.  
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Si UPyD tan sólo aspirase a tener buenas ideas, le bastaría con ser una Fundación, recordó Irene Lozano en el debate entre candidaturas. Cierto. Y de hecho, UPyD ya se constituyó en 2007 como partido político, y asumió el salto "de la calle al Parlamento", por recordar un libro del propio Carlos Martínez Gorriarán

Así pues, dado que es partido político, además de diagnosticar con rigor los problemas, y además de ofrecer propuestas realistas que puedan corregirlos o solventarlos, tendrá que buscar esa presencia institucional que permita afrontar unos (los problemas) y canalizar otras (las propuestas).  

Los calcetines políticos no se tejen para la autocomplacencia. También hace falta que la ciudadanía (que otorga razón de ser a un partido) desee calzárselos 

twitter: @osanchezalonso




martes, 9 de junio de 2015

Juntos. Adelante. Siempre


No sé por qué, pero sé cómo: caminan juntos de la mano. No sé con qué destino, pero sé la dirección: caminan hacia delante. Quizá hayan compartido toda una vida, pero aún perdura el todavía: les aguarda un siempre por vivir.

Hoy me ha dado por cumplir 42 (ar)añazos. Y mira por dónde, lo que son las cosas, he querido reparar en esa foto. 

Una foto sencilla, improvisada, ocasional. Una foto realizada desde un simple móvil y sin ningún añadido técnico ni preparatorio. Pero me gusta. No es que me guste a pesar de su sencillez, es que me gusta, precisamente, por eso. Me gusta su forma. Me gusta su fondo. Me gusta su autora

Me gustan también esas bolsas de plástico que transportan, con coraje, la humildad. Y me gusta esa sombra, nada sombría, que les acompaña en la andadura. No sé cómo se llaman, pero ellos aciertan a nombrarse, porque ellos deciden decirse.  

Con discreción, y hasta sigilo, la imagen sugiere cuanto calla: su anécdota y su categoría, lo que habla y lo que connota, su literalidad y su metáfora.  

Ya dije: hoy me ha dado por cumplir 42 (ar)añazos. Y se me ocurren pocas aspiraciones que puedan estar a la altura de ese triunfo que encierra la escena. Si realizáramos un listado de propósitos, cada cual enumeraría sus particulares retos, sus personales desafíos, sus añoradas metas. Probablemente, aquellos empeños en verdad más valiosos se desprenderían de (o guardarían cierta conexión con) una escena equiparable.

Incluso, puede que en esa escena no aparecieran solo dos personas, sino muchas más. En todo ese abanico de posibilidades, en todos esos inabarcables supuestos, habrá distintas formas de caminar.

La imagen que nos ocupa opta por brindarnos su manera. Su anónimo y heroico modo de caminar: juntos, adelante, siempre.

twitter: @osanchezalonso


lunes, 27 de abril de 2015

Para que veas


La gente no es mala. Simplemente, no ve”, nos cuenta aquel mendigo parisino al que se acercó Albert Camus en sus Carnets. Los apresurados peatones circulaban por la calle sin reparar en ese indigente que solicitaba, al menos, un mínimo de comprensión. Y ante esa indiferencia que se le brinda, nuestro personaje expresa su reseñado pesar.

Clarifiquemos. Se puede ver sin sentido de la vista; y puede que no estemos viendo aunque nos acompañe una inmensa agudeza visual. Por eso, el pasaje de Camus no alude a la ceguera física. Alude a la voluntad (al hecho de no querer ver) o alude al entumecimiento (al hecho de no poder ver, porque la falta de uso entumece la visión). 

De todo ello se desprenden bastantes problemas que nos envuelven. La invidencia empática, por así decir, acarrea no pocos trastornos éticos y cívicos. De ahí que reconforten las personas y disciplinas que nos hacen mirar, para que luego veamos; y nos hacen ver, para que después pensemos.

Una determinada conversación, una determinada crítica, una determinada experiencia, una determinada caricia, una determinada bronca, un determinado abrazo… a veces nos hacen ver. Al igual que la docencia, y el periodismo, y la publicidad, y la política, y la filosofía, y el derecho, y el arte, y la cultura, y tantas y tantas disciplinas que nos invitan a abrir los ojos, cuando se ejercen con profesionalidad.  

Ya que acabamos de celebrar el Día del Libro, convendrá recordar lo evidente: la literatura, en sus muy distintos géneros, forma parte de esos derroteros que nos ayudan a mirar con más perspectiva y nos ayudan a ver con mayor profundidad.  

Cuando el 23 de abril acudí a la Plaza Mayor (donde la fecha reúne a las distintas librerías de la ciudad), en varios puestos me topé con el último poemario de Benjamín Prado. En Ya no es tarde encontramos versos que enlazan con el tema que hoy nos ocupa (“el que cierra los ojos / es cómplice del crimen que no ha querido ver”, `Cuestión de principios´); y recordé también la que fue mi primera lectura de este autor hace ya bastantes años.

Se trataba del ensayo titulado Siete maneras de decir manzana. En esa obra, Prado señala que “Un poeta eficaz no es el que nos habla de la luna”, sino el que consigue que “nunca más podamos mirarla como lo hacíamos antes. Y añade: “Un gran poema no es el inventario de un tesoro, sino una forma de desenterrarlo”.

Eso es lo que aprecio de quienes nos proponen mirar de otra manera… para ver de forma distinta. Eso es lo que aprecio de quienes arrojan luz sobre aquello que de manera torticera estaba en la penumbra. Eso es lo que aprecio de quienes no se conformaron con el interesado escaparate, y osaron buscar en la trastienda.

Mi agradecimiento a esas personas y esos ejercicios profesionales que logran ensancharnos la mirada; que logran que veamos otras realidades; que logran suministrarnos otros ángulos; que logran que percibamos algo… que hasta entonces nos resultaba inadvertido.

twitter: @osanchezalonso

martes, 7 de abril de 2015

El baile es imposible


 “(...) Imaginad / que estamos bailando un bolero. / Pero la música que suena / yo no la oigo: es otro ritmo, / otro compás, el que yo llevo. / (…) ¿Cómo puedo / decirle que escucho una música / que ya sonó o no sonó nunca? / (...) / llevamos músicas distintas. / Por eso el baile es imposible / y debo desistir.”
José Hierro: `A contratiempo´
 
No me voy a presentar a las municipales. Ni con UPyD ni con nadie. No temo los augurios ni me persuade el crecimiento de otras formaciones. Frente a todo eso se podría luchar, pero no ante esta sangría que nos envuelve: sangría cuyo goteo viene aflorando desde hace mucho tiempo, y que se acelera a borbotones tras las elecciones andaluzas.  

Cuando me comprometí con UPyD, en los inicios de este proyecto, era consciente de que los éxitos electorales no eran lo único ni iban a ser, desde luego, lo primero. Con eso contaba. Con eso cuento.

Puede ser satisfactorio perder unas elecciones, cuando se defiende aquello que corresponde defender; como puede ser reconfortante perder una votación parlamentaria, cuando se enarbola la causa justa y se cuestiona aquello que los intereses creados no desean cuestionar. En consecuencia, puedo asumir cualquier derrota cuantitativa, pero me resulta irrenunciable la satisfacción cualitativa. Y esa imprescindible recompensa la sintetizo en dos puntos:
  1. compartir proyecto con personas de valía que me merecen toda credibilidad y reconocimiento: esas personas siguen existiendo en UPyD, por supuesto que sí, pero muchas de ellas (y no sólo me refiero a afiliados) se han marchado o se han distanciado de un modo u otro; y
  2. sentirme partícipe de un proyecto necesario, regenerador y estimulante: el Manifiesto fundacional de UPyD lo sigue siendo, pero a día a día, y con el condicionante ya reseñado, esa necesidad, esa regeneración y ese estímulo se ven mermados hasta extremos difícilmente digeribles.

UPyD ha venido realizando una tarea encomiable (“Hoy todos dicen combatir lo que ayer casi nadie combatió”). Esa labor, precisamente por estar bien hecha, precisamente por ser meritoria, ha conllevado que muchos ámbitos afilaran todas sus uñas para intentar aniquilar el proyecto. Pero eso no impide constatar errores: suicidas errores que han incentivado la aludida hemorragia.  
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Quienes me conocen saben de mi afición por José Hierro. A veces recurro a distintas partes de su obra, para intentar expresar aquello que me resulta más duro y triste (a modo de ejemplo: “Pero no recuerdo quién eres”).
 
Tanto en Salamanca, como en toda España, la regeneración democrática cada día es más imprescindible. En esa tarea he tratado de echar una mano. En esa tarea he intentado prestar mi ayuda.

La música de la regeneración sí sonó en UPyD. Sonó con afinación, sonó con pulcritud, sonó con acierto, sonó con lucidez, sonó con valentía. Y sonó cuando alrededor sólo había el silencio del inmovilismo o el estridente chirrido de las enajenaciones.

Pero esa música, lamentablemente, hoy no puedo escucharla. En la orquesta hemos perdido excesivos instrumentistas, y la melodía pierde cadencia. Seguiré afiliado a UPyD, pero no puedo afrontar así una campaña: “el baile es imposible / y debo desistir”.

twitter: @osanchezalonso
 

martes, 3 de marzo de 2015

Hoy todos dicen combatir lo que ayer casi nadie combatió


Las cosas nunca marchan tan sumamente mal… como para que no puedan seguir empeorando. Para que ese deterioro prosiga sólo hace falta algo: cruzarse de brazos. O para ser más precisos, dos opciones ayudan a que el derrumbe continúe: la complicidad con el menoscabo y la indiferencia ante el mismo.

Hasta ayer, como quien dice, muchos seguían celebrando los exitazos del bipartidismo; y otros muchos creían ser apolíticos. Ambas ingenuidades han contribuido a este desbarre político que nos envuelve. Ambas ingenuidades han hecho mucho daño: tanto el haberse engañado con las reiteradas falacias del establishment, como el haberse engañado creyendo que por pasar de la política, la política pasaría de uno.

Las corrupciones y descalabros democráticos están extendidos en toda España. Y Salamanca no es excepción a la regla. Por eso estamos aquí. Porque no basta con la queja y el lamento. Porque no basta con rasgarse vestiduras. Porque no basta con hacer pucheros. Porque no basta con gritarle al televisor.

UPyD nació hace 7 años y medio. Nació porque no nos convencía lo existente, y nació por tener alternativa a la ruina democrática, institucional y económica que ha venido gestándose. Nadie dijo que fuera fácil ser alternativa al duopolio convencional (tan abrumador e incontestable por aquel entonces); y nadie dice que sea fácil ser alternativa al duopolio new age (tan demoscópico y mediático en este ahora). No resultó ni resulta fácil. Ni fácil ni cómodo ni sencillo. Tan sólo es, eso sí, ineludible. Tan sólo es, eso también, nuestro camino.

En UPyD nunca hemos pretendido tener toda la razón. Pero desde luego que tenemos sobradas razones para intentarlo: para intentar la mejora de aquello que a todos nos incumbe; para intentar devolver a la ciudadanía el control sobre sus representantes; y para intentar conseguir, en definitiva, esa regeneración democrática que cada día resulta más prioritaria. 

En estos 7 años y medio de trayectoria, UPyD ha batallado (con tenacidad y prácticamente en solitario) múltiples temas de imperiosa necesidad. Quien pudiera considerar esto como una apreciación subjetiva, que se anime a verificarlo. A cualquiera que se tome la molestia de corroborar o desmentir la afirmación, los hechos le sacarán de dudas.  

UPyD ha dado esa batalla en las instituciones y en los tribunales: el desfalco de las Cajas de Ahorro; la obscenidad de las tarjetas black; el desmán de los aforamientos; la sistémica e impune corrupción; la avalancha de costosas duplicidades; la supresión de órganos superfluos; la ineficiencia e insostenibilidad del modelo territorial; la erosionada división de Poderes; la pisoteada independencia de la Justicia; la lamentable ley electoral; el combate de los privilegios; la erradicación de la pobreza infantil; la desaparición de las Diputaciones; la fusión de Ayuntamientos; el contrato único indefinido; la conveniencia de que Sanidad o Educación sean competencias del Estado (para así proteger la igualdad de los ciudadanos, al margen del lugar en el que vivan); la ley de Segunda Oportunidad (planteada cuando los desahucios todavía no protagonizaban tantos titulares, ni tantas portadas, ni tantos minutos de televisión); y etc, etc, etc.

Un largo etcétera de batallas que UPyD trabaja y ha venido trabajando. Batallas que UPyD ha librado… en casi completa soledad. Batallas que hoy están en boca de muchos, y que hasta ayer casi nadie quiso afrontarlas. Pocos las afrontaban desde la sociedad civil, y fueron menos los que las afrontaron desde dentro de las instituciones. Pocos bregaron alguna de esas batallas por separado, y fueron menos los que bregaron todas ellas en su conjunto. Sin embargo, lo que son las cosas, hoy todos dicen combatir lo que ayer casi nadie combatió.

Ante esas necesidades, UPyD entendió que no sólo servía la protesta, sino que hacían falta propuestas; como hacía falta vigilar al Poder y erradicar sus tentaciones despilfarradoras, clientelares, oscurantistas y despóticas. Al igual que el Congreso de los Diputados sería una Cámara bastante más empobrecedora e ineficaz sin la presencia de UPyD; estamos seguros de que el Ayuntamiento de Salamanca, con UPyD en su seno, será un Consistorio de mayor eficacia, pluralismo, transparencia, supervisión y proximidad

Aquello que acontece en la esfera pública (sea en el ámbito internacional, nacional, autonómico, local) evoluciona de maneras muy diversas. Las cosas nunca marchan tan mal, decíamos al principio, como para que no sean susceptibles de empeorar. Cierto. Pero atrevámonos a verlo de otro modo, que también es igual de veraz: las cosas nunca marchan tan mal… como para que no puedan emprender mejoría.

Hace falta ponerse a ello. ¿Nos ayuda? ¿Nos ayudas?

twitter: @osanchezalonso
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artículo también publicado en el blog personal de Tribuna de Salamanca, 4-3-2015.


martes, 24 de febrero de 2015

Jarrón roto y pelotita


Algunos niños, cuando rompen el jarrón con la pelota, intentan esconder los trozos tras el sofá o debajo de la alfombra. Piensan que si cuela, cuela. Y cuando llega la madre o el padre y resulta que no coló, cuando llega alguien pidiendo responsabilidades y preguntando qué ha pasado aquí, no es descartable que cada chiquillo intente cargar las culpas sobre otro de los infantes que participaba en la travesura.

El enfrentamiento de esta semana entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez me ha sonado a eso: a jarrón roto y pelotita. Sólo que lo de PP-PSOE a lo largo de tres décadas desde luego que no es una travesura, sino un orquestado latrocinio democrático.

En el duelo PP-PSOE, el Debate sobre el Estado de la Conmoción primero fue un vano intento por esconder el destrozo; y después, cuando ya no quedaba más remedio que reconocerlo, fue un pueril afán por responsabilizar al otro del estropicio.

De ahí que Rajoy propusiera una oficina para recuperar lo robado. Es decir, simula preocuparse ahora por la corrupción. ¡¡¡Ahora!!! Tras haber negado la evidencia desde su propia investidura (fue monumental su enfado cuando UPyD le recordó la necesidad de combatir esa innegable lacra); y tras haber intentado borrar todas las huellas de esa pelotita... que tantos jarrones ha venido rompiendo.

Y de ahí que Rajoy enarbole ahora ley de Segunda Oportunidad. ¡¡¡Ahora!!! Una ley que el PP se negó a aprobar cuando la propuso UPyD en el arranquede legislatura. Una ley que podría haber evitado mucho sufrimiento. Una ley que podría haber evitado muchos desahucios que ni pueden disimularse bajo la alfombra ni pueden esconderse tras el sofá. 

Esos ejemplos respecto al SI CUELA, CUELA. Pero en el Debate sobre el Estado de la Conmoción también se dio, como decíamos, la segunda parte de la mascarada: cuando el naufragio ya no puede disfrazarse, cuando al atrezo se le ven ya mucho las costuras, es entonces cuando PP y PSOE tiran de manual. Tiran de manual para agarrarse a los clavos ardientes de la HERENCIA RECIBIDA y del Y TÚ MÁS. En esa tesitura, PP y PSOE escurren el bulto culpando al otro; y niegan la evidencia de que ambos han jugueteado con el balón, de manera irresponsable, en la sala de estar.

Esa sala de estar en la que estamos. Esa sala de estar de la que ya muchos se tuvieron que ir. Se tuvieron que marchar por desempleo y falta de oportunidades. Se tuvieron que marchar por asfixia y hartazgo. Se tuvieron que marchar ante la irrespirable atmósfera que ha hecho asiento. Se tuvieron que marchar, porque el jugueteo PP-PSOE… ha vuelto inhabitable la morada.


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artículo publicado/difundido en la colaboración personal para esRadio (programa `Es la mañana de Salamanca´) y Tribuna de Salamanca (blog `Frente al muro´), 27 y 25 de febrero de 2015.


martes, 20 de enero de 2015

El quizá y el despotrique


El rey de un lejano país se dirigió al más sabio del reino. Cuenta la leyenda que le encargó una labor de síntesis. Le pidió que resumiese su saber en una enciclopedia. Y nuestro erudito personaje así lo hizo.   

Pero pronto el rey volvió a plantearle otra solicitud. Al monarca debió darle pereza la lectura de todos los tomos y volúmenes que configuraban aquella particular Espasa, y exigió que el conocimiento fuese sintetizado en un solo libro. Nuestro docto personaje así tuvo que hacerlo. 

Sin embargo, el rey no terminó de quedar satisfecho, y al cabo de poco tiempo siguió formulando peticiones: solicitó que el saber fuese sintetizado en un solo capítulo; y luego en una sola frase; y luego en una sola palabra.

Una palabra debía condensar toda esa sabiduría. Nuestro sabio personaje asumió el reto y, una vez más, atendió a la demanda: la palabra elegida fue "quizá".

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A mí el adverbio “quizá” me cae simpático. Me gusta su potencial. Me gusta por lo que encierra de posibilidad, y de propósito, y de proyecto en construcción.

Admiro a esas personas que emprenden una ejemplar andadura, siendo conscientes de que existen dificultades para llevarla a cabo. Esas personas existen. Y además existen en ámbitos diversos: en el terreno artístico, cultural, científico, educativo, familiar, afectivo… Existen también en el ámbito político, por supuesto que sí.

Personas que afrontan el desafío sin tenerlas todas consigo. Personas que asumen el reto, teniendo la certeza de que no va a ser fácil, ni cómodo, ni sencillo, ni rápido. Eso lo saben. Pero también saben que no cabe la renuncia; y también saben que el “quizá” es mil veces más valioso que el “yanohayforma

2015 es año electoral. Mucha ciudadanía está muy harta de lo que viene sucediendo en la política. Es comprensible que exista ese hartazgo. Es comprensible, pero la desafección no sirve para nada: al menos para nada que podamos considerar constructivo y regenerador. Está bien que la indignación sea un punto de partida, pero de poco sirve si se convierte en un punto de llegada.

Si se despotrica de muchas cosas, pero se sigue votando a sus causantes, de nada servirá el despotrique.  Si se despotrica de muchas cosas, pero no se vota, de nada servirá el despotrique. Si se despotrica de muchas cosas, pero se decide votar a ilusorias ensoñaciones, de nada servirá el despotrique.

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CODA: Ni más de lo mismo… ni unicornios fosforito. Éstas y otras cuestiones se afrontaron en esta entrevista.


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artículo también difundido/publicado en esRadio (programa "La mañana de Salamanca") y Tribuna de Salamanca, 13 y 14 de enero de 2015.