martes, 7 de julio de 2015

Calcetines y UPyD


Si un fabricante de calcetines sólo fabricase calcetines para fabricantes de calcetines, sería un tanto absurdo, ¿verdad? Esa idea vino a apuntarla un filósofo alemán de nuestro tiempo. Odo Marquard se apoya en esta metáfora de los calcetines para plantear a sus colegas filósofos que no tendría mucho sentido escribir sesudísimos escritos que sólo pudieran ser digeridos, en el mejor de los casos, por algún entusiasta devoto de la causa.

Y la reflexión cabe extrapolarla a muchos más escenarios. Por ejemplo, es una premisa sustancial para la docencia: alguien no es un buen profesor por lo que sabe, sino por lo que hace aprender. La mera acumulación de saberes resulta alicorta, en tanto que ese conocimiento no logre transmitirse, y en tanto que ese conocimiento no logre generar un nuevo aprendizaje en el alumnado.

A su vez, esa reflexión de los calcetines resultaría también extrapolable a la política. No sólo hace falta que un partido político tenga propuestas sensatas, y no sólo hace falta que sean muy celebradas entre un reducido círculo de militantes. Hará falta llegar a la ciudadanía y tener presencia en las instituciones, para poder llevar a cabo ese programa.

El próximo sábado elige UPyD una nueva Dirección. En estos casi ocho años de trayectoria, UPyD ha hecho muchas cosas bien (“hoy todos dicen combatir, lo que ayer casi nadie combatía); pero sería ocioso negar que se han cometido errores

Formo parte de la candidatura de Renovadores, y en ella se asumen ambas premisas: tanto el reconocimiento de lo hecho, como la necesidad de corregir las deficiencias que tanto lastre han supuesto. Del programa `renovador´, entresacaría tres cambios de actitud que me parecen muy reseñables:  


1. UPyD ha de asumir mejor la crítica interna 

Si cuando alguien discrepa o alguien da un paso atrás pasa a convertirse en un `traidor´, en un `desleal´ o en un `mal compañero´, por esa vía seguiremos empequeñeciéndonos desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo

Es decir, por ese camino se marchan afiliados y simpatizantes; por ese camino nos convertimos en un partido bronco al que da pereza sumarse; y por ese camino nos perdemos la valiosa aportación de personas, cuya crítica no debiera convertirlas de inmediato en sospechosas. 

No se es más de UPyD por el hecho de aplaudir, de manera enfervorizada, cualquier decisión que adopte su cúpula. Quien bien te quiere... no siempre tiene por qué jalearte.


2. UPyD ha de ser un partido que dialogue más y vigile menos

Y ese diálogo se ejerce respecto a la sociedad, pero también respecto a su gente. Muchos afiliados y simpatizantes han estado siempre dispuestos a poner su esfuerzo de manera generosa y altruista. Aguardan, qué menos, cierta empatía, cierta complicidad y cierta confianza

“Más vocación de escuchar y menos obsesión por controlar”, escribió literalmente Fernando Savater (6-5-2015, El País). Los mensajes de Savater, como es sabido, nunca conviene echarlos en saco roto.


3. UPyD tiene que ser consciente del tiempo que nos toca vivir

En este aquí, y en este ahora, la ciudadanía pide a los partidos (en plural) que resuelvan los acuciantes problemas con que se topa nuestra sociedad.

La autonomía de UPyD es indispensable. Tan indispensable como para que sean sus afiliados, todos ellos, los que de manera autónoma puedan decidir si hay que llegar a determinados pactosPactos que en todo caso tendrían que ser perfectamente transparentes, perfectamente definidos, perfectamente coherentes con el Manifiesto Fundacional de UPyD… y perfectamente consecuentes con su lema originario: “lo que nos une”. 

La independencia en política no debe estar reñida con la defensa del interés general. Y será la defensa del interés general lo que en verdad preserve la identidad de nuestras siglas. La independencia no equivale al aislamiento. El aislamiento puede ser un requisito para convertirse en ermitaño, pero no obligatoriamente es una virtud para el ejercicio de la política.  
***

Si UPyD tan sólo aspirase a tener buenas ideas, le bastaría con ser una Fundación, recordó Irene Lozano en el debate entre candidaturas. Cierto. Y de hecho, UPyD ya se constituyó en 2007 como partido político, y asumió el salto "de la calle al Parlamento", por recordar un libro del propio Carlos Martínez Gorriarán

Así pues, dado que es partido político, además de diagnosticar con rigor los problemas, y además de ofrecer propuestas realistas que puedan corregirlos o solventarlos, tendrá que buscar esa presencia institucional que permita afrontar unos (los problemas) y canalizar otras (las propuestas).  

Los calcetines políticos no se tejen para la autocomplacencia. También hace falta que la ciudadanía (que otorga razón de ser a un partido) desee calzárselos 

twitter: @osanchezalonso