Si
un fabricante de calcetines sólo fabricase calcetines para fabricantes de
calcetines, sería un tanto absurdo, ¿verdad? Esa idea vino a apuntarla
un filósofo alemán de nuestro tiempo. Odo
Marquard se apoya en esta metáfora de los calcetines para plantear a sus
colegas filósofos que no tendría mucho sentido escribir sesudísimos escritos
que sólo pudieran ser digeridos, en el mejor de los casos, por algún entusiasta
devoto de la causa.
Y la reflexión cabe
extrapolarla a muchos más escenarios. Por ejemplo, es una premisa sustancial
para la docencia: alguien no es un buen
profesor por lo que sabe, sino por lo que hace aprender. La mera
acumulación de saberes resulta alicorta, en tanto que ese conocimiento no logre
transmitirse, y en tanto que ese conocimiento no logre generar un nuevo
aprendizaje en el alumnado.
A su vez, esa reflexión de
los calcetines resultaría también extrapolable a la política. No sólo hace falta que un partido político
tenga propuestas sensatas, y no sólo hace falta que sean muy celebradas entre
un reducido círculo de militantes. Hará falta llegar a la ciudadanía y tener presencia en las instituciones, para poder llevar a cabo ese
programa.
El próximo sábado elige UPyD
una nueva Dirección. En estos casi ocho años de trayectoria, UPyD ha hecho muchas cosas bien (“hoy todos dicen combatir, lo que ayer casi nadie combatía”); pero sería ocioso negar que se han cometido
errores.
Formo parte de la
candidatura de Renovadores, y en ella se asumen ambas premisas: tanto el
reconocimiento de lo hecho, como la necesidad de corregir las deficiencias que
tanto lastre han supuesto. Del programa `renovador´, entresacaría
tres cambios de actitud que me parecen
muy reseñables:
1. UPyD ha de asumir mejor la crítica
interna
Si cuando alguien discrepa o alguien da un paso atrás
pasa a convertirse en un `traidor´, en un `desleal´ o en un `mal compañero´, por
esa vía seguiremos empequeñeciéndonos desde el punto de vista cuantitativo y
cualitativo.
Es decir, por ese camino se marchan afiliados y simpatizantes; por
ese camino nos convertimos en un partido bronco al que da pereza sumarse; y por
ese camino nos perdemos la valiosa aportación de personas, cuya crítica no
debiera convertirlas de inmediato en sospechosas.
No se es más de UPyD por el hecho de
aplaudir, de manera enfervorizada, cualquier decisión que adopte su cúpula. Quien bien te quiere... no siempre tiene por qué jalearte.
2. UPyD ha de ser un partido que dialogue
más y vigile menos
Y ese diálogo se ejerce respecto a la
sociedad, pero también respecto a su gente. Muchos afiliados y simpatizantes han
estado siempre dispuestos a poner su esfuerzo de manera generosa y altruista.
Aguardan, qué menos, cierta empatía, cierta complicidad y cierta confianza.
“Más
vocación de escuchar y menos obsesión por controlar”, escribió literalmente Fernando
Savater (6-5-2015, El País). Los
mensajes de Savater, como es sabido, nunca conviene echarlos en saco roto.
3. UPyD tiene que ser consciente del tiempo que nos toca vivir
En este aquí, y en este ahora, la ciudadanía pide a
los partidos (en plural) que resuelvan los acuciantes problemas
con que se topa nuestra sociedad.
La autonomía de UPyD es indispensable. Tan indispensable como para que sean sus afiliados, todos ellos, los que de manera autónoma puedan decidir si hay que llegar a determinados pactos. Pactos que en todo caso tendrían que ser perfectamente transparentes, perfectamente definidos, perfectamente coherentes con el Manifiesto Fundacional de UPyD… y perfectamente consecuentes con su lema originario: “lo que nos une”.
La autonomía de UPyD es indispensable. Tan indispensable como para que sean sus afiliados, todos ellos, los que de manera autónoma puedan decidir si hay que llegar a determinados pactos. Pactos que en todo caso tendrían que ser perfectamente transparentes, perfectamente definidos, perfectamente coherentes con el Manifiesto Fundacional de UPyD… y perfectamente consecuentes con su lema originario: “lo que nos une”.
La independencia en política no debe estar reñida con la defensa del interés general. Y será la defensa del interés general lo que en verdad preserve la identidad de nuestras siglas. La independencia no equivale al aislamiento. El aislamiento puede ser un requisito para convertirse en ermitaño, pero no obligatoriamente es una virtud para el ejercicio de la política.
***
Si UPyD tan sólo aspirase a tener buenas ideas, le bastaría con ser una Fundación, recordó Irene Lozano en el debate entre candidaturas. Cierto. Y de hecho, UPyD ya se constituyó en 2007 como partido político, y asumió el salto "de la calle al Parlamento", por recordar un libro del propio Carlos Martínez Gorriarán.
Así pues, dado que es partido político, además de diagnosticar con rigor los problemas, y además de ofrecer propuestas realistas que puedan corregirlos o solventarlos, tendrá que buscar esa presencia institucional que permita afrontar unos (los problemas) y canalizar otras (las propuestas).
Los calcetines políticos no se tejen para la autocomplacencia. También hace falta que la ciudadanía (que otorga razón de ser a un partido) desee calzárselos.
twitter: @osanchezalonso