“AtrincheraMIENTO”, del verbo “atrincheraMENTIR”. Verbo que
aglutinaría fortificación y engaño, trinchera y ocultación… para seguir
salvaguardando el blindaje: “Yo atrincheraMIENTO”, “tú atrincheraMIENTES”, “él
atrincheraMIENTE”, “nosotros atrincheraMENTIMOS”… Ahí está el presente de
indicativo que conjugan con devoción los PP-PSOE. A veces verbalizan en voz alta la
gran coalición; y en ocasiones la callan,
la enmascaran o la niegan. Pero desde
hace muchos años vienen forjando su particular ciudadela.
La monserga bipartita ha
trabajado sin descanso por edificar un fortín del que ambos resulten inexpugnables. No van ahora a flaquear. Seguirán
afianzando su simbiosis partidista, puesto que sus recíprocos
intereses de partido son los lazos que más y mejor les unen.
Si esas premisas han configurado la auténtica agenda de ambos
partidazos, cuando han olisqueado
amenazas, el fétido colaboracionismo se ha estrechado más aún, y más que puede
seguir estrechándose… a pesar de las retóricas negativas que formulen de cara a
la galería. El duunvirato sabe muy bien
que con las cosas de mandar (ligadas a las cosas de comer) no se juega.
Por cierto, quede claro: no
es lo mismo un pacto de Estado, que pactar para estar, que pactar para seguir
estando, que pactar para seguir siendo. Porque de eso hablamos: de supervivencia. Dentro de la escala de
valores que manosea el duopolio, su supervivencia resulta bien prioritaria
frente al interés general y frente a la mejora de nuestra deteriorada
democracia.
La pasada semana, en su comentario matinal, Iñaki Gabilondo analizaba si PP y PSOE eran
o no lo mismo. Concluía que entre ellos existen “distintos decires”, pero “muy
parecidos haceres”. El diagnóstico no es que pueda parecer atinado. El
diagnóstico puede, sin más, corroborarse. Donde yo sí discreparía con el
periodista es en la ubicación de la causa. Gabilondo apuntaba que esas
similitudes bipartidistas se habían generado a raíz del triunfo del “neoliberalismo”.
No. No es cuestión de “neoliberalismo” ni de más o menos
“doctrina Merkel” (a la que también aludía Gabilondo en su reflexión). Todo ello puede entrar dentro de
las diferencias que escenifican y
simulan los PP-PSOE. Pero siguen siendo “decires” que no explican los
compartidos “haceres”.
Si PP y PSOE se siguen
repartiendo el CGPJ,
no es por culpa del neoliberalismo. Es porque así lo han querido los dos
partidos mayoritarios, tratando de atemperar los riesgos que para ellos
conllevaría una Justicia independiente. No sé si alguna vez creyeron en la
división de poderes, pero lo constatable es que le han cogido afición a
pisotear una norma imprescindible en cualquier Estado de Derecho que se precie.
Si PP y PSOE copan con
sus afines los órganos de supervisión, control y vigilancia (desde el Tribunal Constitucional
hasta el Tribunal de Cuentas, pasando por la CNMV… y cuanto se vaya terciando
en su camino), no es por culpa del neoliberalismo. Es porque así lo han querido
los dos partidos mayoritarios, pretendiendo desnaturalizar la labor encomendada
a esas instituciones.
Si PP y PSOE han
deseado amarrar una ley electoral injusta (donde el voto de las personas no vale lo mismo), no
es por culpa del neoliberalismo. Es porque así lo han querido los dos partidos
mayoritarios, empecinados en seguir siéndolo, a pesar de que esa ley electoral
atente contra uno de los más básicos principios democráticos. [Por no hablar de
los papelones colaboracionistas de IU. Están en el Gobierno de Andalucía, incluso
en la vicepresidencia, y resulta que el sillón les ha hecho olvidar la reforma
electoral: una demanda que decían tener clara].
Y así podríamos seguir
enumerando temas y temas en los que PP y PSOE han venido
caminando de la mano: desde el asalto y desfalco de las Cajas de Ahorro, hasta el existente
desparrame de aforados, o las
cómplices componendas ante la corrupción
(el bochornoso debate televisivo entre Cañete y Valenciano fue la penúltima
evidencia de cómo en este asunto, como en tantos otros, PP y PSOE se guardan
mutuamente la ropa).
Todos estos destrozos no han ocurrido al azar. La amalgama de
estropicios se viene sucediendo porque la gran coalición no es un futurible.
Es un auténtico presente (que viene
arrastrándose desde el pasado), y que busca seguir recolectando frutos en el
futuro. Ésa es la gran coalición: ambiciona seguir apuntalando el
privilegio, ansía seguir guareciendo el inmovilismo, anhela seguir fosilizando
sus regalías, y aspira a seguir atrincherando al establishment.
Insisto: no es un pacto
de Estado. Es un pacto para estar. Es un pacto de supervivencia. Es un pacto para perennizarse.
Es un pacto para seguir estando… y seguir siendo.
Coda 1: La transparencia es requisito imprescindible para combatir la
corrupción. Pues bien, Transparencia
Internacional acaba de publicar su análisis sobre lo transparentes que
son las distintas fuerzas políticas. UPyD
consigue el único sobresaliente del estudio. A mucha distancia se sitúan los aprobados de IU y ERC; y
a partir de ahí, la larga lista de suspensos: PP (4´5), Equo (4´5),
Convergència (3´5), PSOE (3), Ciudadanos (3), PNV (2´5), Unió (2´5) y Coalición
Canaria (1´5).
Coda 2: Transparencia Internacional analiza si los partidos permiten el
acceso a indicadores que son decisivos a
la hora de calibrar esa mayor o menor transparencia: cuentas anuales;
desglose de los gastos, ingresos y bienes patrimoniales; informe de
fiscalización por parte del Tribunal de Cuentas; presupuestos anuales y
liquidación presupuestaria; datos sobre entidades vinculadas al partido
(fundaciones, asociaciones…); procesados por corrupción en las listas
electorales; gastos electorales; currículum de los candidatos incluidos en las
listas… Quien desee más información al respecto puede acercarse a estos enlaces:
http://bit.ly/1p2vqRG ; http://bit.ly/1gvawuG
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artículo también publicado en el blog personal de Tribuna de Salamanca (21-5-2014).