miércoles, 21 de mayo de 2014

No es un pacto de Estado. Es un pacto para estar y seguir estando


“AtrincheraMIENTO”, del verbo “atrincheraMENTIR”. Verbo que aglutinaría fortificación y engaño, trinchera y ocultación… para seguir salvaguardando el blindaje: “Yo atrincheraMIENTO”, “tú atrincheraMIENTES”, “él atrincheraMIENTE”, “nosotros atrincheraMENTIMOS”… Ahí está el presente de indicativo que conjugan con devoción los PP-PSOE. A veces verbalizan en voz alta la gran coalición;  y en ocasiones la callan, la enmascaran o la niegan. Pero desde hace muchos años vienen forjando su particular ciudadela.

La monserga bipartita ha trabajado sin descanso por edificar un fortín del que ambos resulten inexpugnables. No van ahora a flaquear. Seguirán afianzando su simbiosis partidista, puesto que sus recíprocos intereses de partido son los lazos que más y mejor les unen.  

Si esas premisas han configurado la auténtica agenda de ambos partidazos, cuando han olisqueado amenazas, el fétido colaboracionismo se ha estrechado más aún, y más que puede seguir estrechándose… a pesar de las retóricas negativas que formulen de cara a la galería. El duunvirato sabe muy bien que con las cosas de mandar (ligadas a las cosas de comer) no se juega.

Por cierto, quede claro: no es lo mismo un pacto de Estado, que pactar para estar, que pactar para seguir estando, que pactar para seguir siendo. Porque de eso hablamos: de supervivencia. Dentro de la escala de valores que manosea el duopolio, su supervivencia resulta bien prioritaria frente al interés general y frente a la mejora de nuestra deteriorada democracia.

La pasada semana, en su comentario matinal, Iñaki Gabilondo analizaba si PP y PSOE eran o no lo mismo. Concluía que entre ellos existen “distintos decires”, pero “muy parecidos haceres”. El diagnóstico no es que pueda parecer atinado. El diagnóstico puede, sin más, corroborarse. Donde yo sí discreparía con el periodista es en la ubicación de la causa. Gabilondo apuntaba que esas similitudes bipartidistas se habían generado a raíz del triunfo del “neoliberalismo”.

No. No es cuestión de “neoliberalismo” ni de más o menos “doctrina Merkel” (a la que también aludía Gabilondo en su reflexión). Todo ello puede entrar dentro de las diferencias que escenifican y simulan los PP-PSOE. Pero siguen siendo “decires” que no explican los compartidos “haceres”.  

Si PP y PSOE se siguen repartiendo el CGPJ, no es por culpa del neoliberalismo. Es porque así lo han querido los dos partidos mayoritarios, tratando de atemperar los riesgos que para ellos conllevaría una Justicia independiente. No sé si alguna vez creyeron en la división de poderes, pero lo constatable es que le han cogido afición a pisotear una norma imprescindible en cualquier Estado de Derecho que se precie.

Si PP y PSOE copan con sus afines los órganos de supervisión, control y vigilancia (desde el Tribunal Constitucional hasta el Tribunal de Cuentas, pasando por la CNMV… y cuanto se vaya terciando en su camino), no es por culpa del neoliberalismo. Es porque así lo han querido los dos partidos mayoritarios, pretendiendo desnaturalizar la labor encomendada a esas instituciones.

Si PP y PSOE han deseado amarrar una ley electoral injusta (donde el voto de las personas no vale lo mismo), no es por culpa del neoliberalismo. Es porque así lo han querido los dos partidos mayoritarios, empecinados en seguir siéndolo, a pesar de que esa ley electoral atente contra uno de los más básicos principios democráticos. [Por no hablar de los papelones colaboracionistas de IU. Están en el Gobierno de Andalucía, incluso en la vicepresidencia, y resulta que el sillón les ha hecho olvidar la reforma electoral: una demanda que decían tener clara].

Y así podríamos seguir enumerando temas y temas en los que PP y PSOE han venido caminando de la mano: desde el asalto y desfalco de las Cajas de Ahorro, hasta el existente desparrame de aforados, o las cómplices componendas ante la corrupción (el bochornoso debate televisivo entre Cañete y Valenciano fue la penúltima evidencia de cómo en este asunto, como en tantos otros, PP y PSOE se guardan mutuamente la ropa).

Todos estos destrozos no han ocurrido al azar. La amalgama de estropicios se viene sucediendo porque la gran coalición no es un futurible. Es un auténtico presente (que viene arrastrándose desde el pasado), y que busca seguir recolectando frutos en el futuro. Ésa es la gran coalición: ambiciona seguir apuntalando el privilegio, ansía seguir guareciendo el inmovilismo, anhela seguir fosilizando sus regalías, y aspira a seguir atrincherando al establishment.
 
Insisto: no es un pacto de Estado. Es un pacto para estar. Es un pacto de supervivencia. Es un pacto para perennizarse. Es un pacto para seguir estando… y seguir siendo.


Coda 1: La transparencia es requisito imprescindible para combatir la corrupción. Pues bien, Transparencia Internacional acaba de publicar su análisis sobre lo transparentes que son las distintas fuerzas políticas. UPyD consigue el único sobresaliente del estudio. A mucha distancia se sitúan los aprobados de IU y ERC; y a partir de ahí, la larga lista de suspensos: PP (4´5), Equo (4´5), Convergència (3´5), PSOE (3), Ciudadanos (3), PNV (2´5), Unió (2´5) y Coalición Canaria (1´5).


Coda 2: Transparencia Internacional analiza si los partidos permiten el acceso a indicadores que son decisivos a la hora de calibrar esa mayor o menor transparencia: cuentas anuales; desglose de los gastos, ingresos y bienes patrimoniales; informe de fiscalización por parte del Tribunal de Cuentas; presupuestos anuales y liquidación presupuestaria; datos sobre entidades vinculadas al partido (fundaciones, asociaciones…); procesados por corrupción en las listas electorales; gastos electorales; currículum de los candidatos incluidos en las listas… Quien desee más información al respecto puede acercarse a estos enlaces: http://bit.ly/1p2vqRG ; http://bit.ly/1gvawuG

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artículo también publicado en el blog personal de Tribuna de Salamanca (21-5-2014).