lunes, 27 de abril de 2015

Para que veas


La gente no es mala. Simplemente, no ve”, nos cuenta aquel mendigo parisino al que se acercó Albert Camus en sus Carnets. Los apresurados peatones circulaban por la calle sin reparar en ese indigente que solicitaba, al menos, un mínimo de comprensión. Y ante esa indiferencia que se le brinda, nuestro personaje expresa su reseñado pesar.

Clarifiquemos. Se puede ver sin sentido de la vista; y puede que no estemos viendo aunque nos acompañe una inmensa agudeza visual. Por eso, el pasaje de Camus no alude a la ceguera física. Alude a la voluntad (al hecho de no querer ver) o alude al entumecimiento (al hecho de no poder ver, porque la falta de uso entumece la visión). 

De todo ello se desprenden bastantes problemas que nos envuelven. La invidencia empática, por así decir, acarrea no pocos trastornos éticos y cívicos. De ahí que reconforten las personas y disciplinas que nos hacen mirar, para que luego veamos; y nos hacen ver, para que después pensemos.

Una determinada conversación, una determinada crítica, una determinada experiencia, una determinada caricia, una determinada bronca, un determinado abrazo… a veces nos hacen ver. Al igual que la docencia, y el periodismo, y la publicidad, y la política, y la filosofía, y el derecho, y el arte, y la cultura, y tantas y tantas disciplinas que nos invitan a abrir los ojos, cuando se ejercen con profesionalidad.  

Ya que acabamos de celebrar el Día del Libro, convendrá recordar lo evidente: la literatura, en sus muy distintos géneros, forma parte de esos derroteros que nos ayudan a mirar con más perspectiva y nos ayudan a ver con mayor profundidad.  

Cuando el 23 de abril acudí a la Plaza Mayor (donde la fecha reúne a las distintas librerías de la ciudad), en varios puestos me topé con el último poemario de Benjamín Prado. En Ya no es tarde encontramos versos que enlazan con el tema que hoy nos ocupa (“el que cierra los ojos / es cómplice del crimen que no ha querido ver”, `Cuestión de principios´); y recordé también la que fue mi primera lectura de este autor hace ya bastantes años.

Se trataba del ensayo titulado Siete maneras de decir manzana. En esa obra, Prado señala que “Un poeta eficaz no es el que nos habla de la luna”, sino el que consigue que “nunca más podamos mirarla como lo hacíamos antes. Y añade: “Un gran poema no es el inventario de un tesoro, sino una forma de desenterrarlo”.

Eso es lo que aprecio de quienes nos proponen mirar de otra manera… para ver de forma distinta. Eso es lo que aprecio de quienes arrojan luz sobre aquello que de manera torticera estaba en la penumbra. Eso es lo que aprecio de quienes no se conformaron con el interesado escaparate, y osaron buscar en la trastienda.

Mi agradecimiento a esas personas y esos ejercicios profesionales que logran ensancharnos la mirada; que logran que veamos otras realidades; que logran suministrarnos otros ángulos; que logran que percibamos algo… que hasta entonces nos resultaba inadvertido.

twitter: @osanchezalonso

martes, 7 de abril de 2015

El baile es imposible


 “(...) Imaginad / que estamos bailando un bolero. / Pero la música que suena / yo no la oigo: es otro ritmo, / otro compás, el que yo llevo. / (…) ¿Cómo puedo / decirle que escucho una música / que ya sonó o no sonó nunca? / (...) / llevamos músicas distintas. / Por eso el baile es imposible / y debo desistir.”
José Hierro: `A contratiempo´
 
No me voy a presentar a las municipales. Ni con UPyD ni con nadie. No temo los augurios ni me persuade el crecimiento de otras formaciones. Frente a todo eso se podría luchar, pero no ante esta sangría que nos envuelve: sangría cuyo goteo viene aflorando desde hace mucho tiempo, y que se acelera a borbotones tras las elecciones andaluzas.  

Cuando me comprometí con UPyD, en los inicios de este proyecto, era consciente de que los éxitos electorales no eran lo único ni iban a ser, desde luego, lo primero. Con eso contaba. Con eso cuento.

Puede ser satisfactorio perder unas elecciones, cuando se defiende aquello que corresponde defender; como puede ser reconfortante perder una votación parlamentaria, cuando se enarbola la causa justa y se cuestiona aquello que los intereses creados no desean cuestionar. En consecuencia, puedo asumir cualquier derrota cuantitativa, pero me resulta irrenunciable la satisfacción cualitativa. Y esa imprescindible recompensa la sintetizo en dos puntos:
  1. compartir proyecto con personas de valía que me merecen toda credibilidad y reconocimiento: esas personas siguen existiendo en UPyD, por supuesto que sí, pero muchas de ellas (y no sólo me refiero a afiliados) se han marchado o se han distanciado de un modo u otro; y
  2. sentirme partícipe de un proyecto necesario, regenerador y estimulante: el Manifiesto fundacional de UPyD lo sigue siendo, pero a día a día, y con el condicionante ya reseñado, esa necesidad, esa regeneración y ese estímulo se ven mermados hasta extremos difícilmente digeribles.

UPyD ha venido realizando una tarea encomiable (“Hoy todos dicen combatir lo que ayer casi nadie combatió”). Esa labor, precisamente por estar bien hecha, precisamente por ser meritoria, ha conllevado que muchos ámbitos afilaran todas sus uñas para intentar aniquilar el proyecto. Pero eso no impide constatar errores: suicidas errores que han incentivado la aludida hemorragia.  
***

Quienes me conocen saben de mi afición por José Hierro. A veces recurro a distintas partes de su obra, para intentar expresar aquello que me resulta más duro y triste (a modo de ejemplo: “Pero no recuerdo quién eres”).
 
Tanto en Salamanca, como en toda España, la regeneración democrática cada día es más imprescindible. En esa tarea he tratado de echar una mano. En esa tarea he intentado prestar mi ayuda.

La música de la regeneración sí sonó en UPyD. Sonó con afinación, sonó con pulcritud, sonó con acierto, sonó con lucidez, sonó con valentía. Y sonó cuando alrededor sólo había el silencio del inmovilismo o el estridente chirrido de las enajenaciones.

Pero esa música, lamentablemente, hoy no puedo escucharla. En la orquesta hemos perdido excesivos instrumentistas, y la melodía pierde cadencia. Seguiré afiliado a UPyD, pero no puedo afrontar así una campaña: “el baile es imposible / y debo desistir”.

twitter: @osanchezalonso