Veo a Urdangarín en el juicio. Y le escucho desconocerlo
todo. Nada nuevo respecto a la lavativa de manos que hemos visto en muchos
personajes de la esfera pública. Por eso, esto.
viernes, 26 de febrero de 2016
domingo, 7 de febrero de 2016
Fernando Savater: el coraje cívico de no esconderse
Fernando Savater es una
admirable simbiosis de brillantez intelectual y coraje cívico. Y todo ello
envuelto en ese tono cercano, comprensible, desenfadado y jovial que tanto le
caracteriza. Fernando Savater es sabiduría (sin
petulancias), grandeza (sin postureos) y ejemplaridad (de la que reconforta).
Explicaba
en uno de sus artículos un significativo pasaje de su infancia. En los circos
de aquella época, las jaulas de las fieras se disponían en las proximidades de
la carpa, de modo que en los horarios en que no había función, los animales resultaban
bastante accesibles para el público. Un día, aquel pequeño Savater se topó con
un tigre de bengala dormido, y no pudo
resistirse a acariciar su testuz (ganándose, claro, la bronca posterior de
su abuelo Antonio).
Aquello
debió resultar premonitorio, puesto que Savater, ya crecido, toda su vida ha seguido colocando la mano al
otro lado de los barrotes. Ya no
porque esas otras fieras estuvieran dormidas (sino porque sabía, precisamente, que
estaban más que despiertas), y desde luego ya no para acariciarlas (sino para plantarles
cara con decidida convicción).
Ésta ha sido una constante en su
trayectoria. Y de ahí que se buscase complicaciones en la dictadura
franquista (y eso le llevó a la cárcel, y eso supuso que le apartaran de la
Universidad); y de ahí que estuviera en el punto de mira de los
asesinos etarras durante años y años; y de ahí que los nacionalistas de todo signo le consideren una variante de Belcebú o un vasco
echado a perder; y etc, etc, etc.
Son múltiples
los charcos y jardines en los que Savater ha entrado. Y no entra de forma
caprichosa. Entra con la veracidad de los hechos y el argumento racional. Y entra para defender
derechos y libertades de la persona; para denunciar atropellos contra las instituciones democráticas; para salvaguardar el concepto de ciudadanía;
o para combatir zafias simplezas,
populistas monsergas, manipuladores engaños y fanáticas enajenaciones.
"No
hay página de Chesterton que no contenga un deslumbramiento", apuntó
Borges. Pues bien. Igual sucede con Savater: siempre hay deslumbramiento,
siempre hay hallazgo, siempre te suministra aprendizaje.
Aunque no compartieras lo que te está diciendo, con Savater siempre puedes aprender: aprendes por lo que dice, aprendes por cómo lo dice, y aprendes porque lo dicho te va a conducir a otro autor, a otro libro, a una determinada película, a una determinada música, a un determinado cómic... Savater es una invitación a seguir buscando.
Aunque no compartieras lo que te está diciendo, con Savater siempre puedes aprender: aprendes por lo que dice, aprendes por cómo lo dice, y aprendes porque lo dicho te va a conducir a otro autor, a otro libro, a una determinada película, a una determinada música, a un determinado cómic... Savater es una invitación a seguir buscando.
No me
detendré en relatar su excepcional y extenso currículum. Es uno de los
pensadores más influyentes del mundo (Savater nunca daría relevancia
a este tipo de datos, pero es de justicia recordar aquello que han atestiguado revistas como Prospect
o Foreign Policy).
Ese dictamen no es azaroso: cincuenta años de colaboración en medios prestigiosos;
libros que son referencia en el
análisis ético y político de la actualidad, en la divulgación filosófica, en el
campo educativo, en la crítica cultural, en la creación literaria…; multitud de
idiomas a los que han sido traducidas
muchas de sus obras; abundantes honoris causa con los que ha sido
galardonado en distintas universidades del planeta; o inacabables premios que ha ido obteniendo a lo largo de su
itinerario.
El
elenco de condecoraciones abarca su faceta
de articulista (premios periodísticos de tanto reconocimiento como el Ortega
Gasset, el Mariano de Cavia, el Francisco Cerecedo…); su faceta de ensayista (Premio Nacional de Ensayo, Premio Anagrama,
Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz…); su faceta de novelista (Premio Primavera de Novela, Premio Planeta,
Finalista del Planeta…); o, por no alargarnos, su faceta como activista de los derechos humanos y las
libertades públicas (Premio Sajarov que Savater recoge en
nombre de la plataforma Basta Ya).
No hará falta enumerar más. Esa enumeración, por exhaustiva que sea, nunca reflejaría cuanto de meritoria resulta su carrera en términos creativos, pedagógicos y democráticos. Y ninguna enumeración jamás alcanzaría a plasmar el inmenso magisterio de su actitud: una actitud comprometida, vital y alegre, a pesar de todas las penas y dificultades que toque lidiar.
Mientras algunos prefieren el silencio cómplice y acomodaticio, Savater siempre ha optado por no callar. Mientras algunos escurren el bulto, Savater siempre ha optado por mirar de frente. Mientras algunos se decantan por interesados y rentables disimulos, Savater siempre ha optado por no esconderse. Así son las personas libres.
Mientras algunos prefieren el silencio cómplice y acomodaticio, Savater siempre ha optado por no callar. Mientras algunos escurren el bulto, Savater siempre ha optado por mirar de frente. Mientras algunos se decantan por interesados y rentables disimulos, Savater siempre ha optado por no esconderse. Así son las personas libres.
@osanchezalonso
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(*) texto de lo que fue la presentación oral de Fernando Savater, previa a su intervención en la Facultad de Comunicación de la UPSA, 3-2-2016.
(**) fotografías: Enrique Carrascal.
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