domingo, 19 de julio de 2015

Regalo fugaz y perenne


Si alguna vez sufres –y lo harás- / por alguien que te amó y que te abandona / no le guardes rencor (…)”, nos aconseja Benítez Reyes en su “Advertencia”.

Hoy, si me permiten, recomendaría este poema a gente de UPyD. Algunos no han parado de despotricar contra todo aquel que entendió que el partido requería renovarse. Y en ese despotrique aludo a insultos, ofensas, falsedades y majaderías vertidas en las redes sociales (contra los que eran o seguimos siendo sus compañeros de partido); y en ese despotrique contemplo también otras muestras de mala educación, que se evidenciaron en el propio Congreso Extraordinario (como retirar el saludo, o como abandonar el auditorio cuando intervenía una voz respecto a la que no se sentían afines).

Por mi parte, quienes merezcan aplauso y reconocimiento lo van a seguir teniendo, con independencia de que se queden en UPyD, funden un nuevo partido, se vayan a otro ya existente… o decidan marcharse a casa.

Esa básica premisa no es tan compartida como parecería deseable. Por lo que se ve, algunos no juzgan propuestas, acciones y trayectorias. Tan sólo aplauden o denuestan la procedencia de las mismas. Su dictamen lo emiten en función de que la persona prejuzgada presente sus mismas siglas y (requisito sine qua non) su misma orientación dentro de esa militancia.   

Desde esos planteamientos es difícil ensanchar un partido. Si la crítica constructiva se interpreta como perniciosa, el empobrecimiento cuantitativo y cualitativo es automático.

Hay muchos afiliados y simpatizantes que se han marchado de UPyD. Habrá casos y casos, pero estoy seguro de que no todos los que dieron un paso atrás eran unos “traidores”, unos “desleales”, unos “tránsfugas”, unas “ratas que abandonan el barco”… y otras estúpidas lindezas que no han parado de sermonearse desde algunos ámbitos.

A toda esa sangría han contribuido, sin duda, detestables actitudes que han calado en significados nombres de las siglas. Con quienes las abanderan aún comparto afiliación. Sin embargo es obvio  que algo no encaja en esa coincidencia: o bien se equivocaron de partido… o bien me equivoqué yo. Y lo constatable es que el Manifiesto Fundacional de UPyD (excelente Manifiesto que tanto sigue mereciendo la pena) no prescribe tales actitudes.

Pero en fin. Quienes deseen proseguir con esas campañas de envilecimiento, allá cuentas. Yo optaré por quedarme con el cierre que brinda el citado Benítez Reyes:

"Así que cuando sufras –y lo harás-
por alguien que te amó, procura siempre
acusarte a ti mismo de su olvido
porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato.
Y aprende que la vida tiene un precio
que no puedes pagar continuamente.
Y aprende dignidad en tu derrota,
agradeciendo a quien te quiso
el regalo fugaz de su hermosura."

Felicito, y le deseo lo mejor, a la nueva Dirección de UPyD. Yo formé parte de otra candidatura (la de Renovadores), y desde luego que no me voy a avergonzar de ello: todo lo contrario. A esas personas que apostaron por corregir lo que entendieron corregible, les quiero dar las gracias. A esas personas que (dentro o fuera de UPyD) seguirán trabajando por la regeneración democrática, les muestro mi gratitud. A esas personas que legítimamente lo intentaron, les quiero agradecer “el regalo fugaz de su hermosura”, y el regalo perenne de su valía, su esfuerzo y su coraje.

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PD: El 31 de agosto de 2015 (habiendo comprobado que proseguían ciertas actitudes deplorables) pedí mi baja como afiliado de UPyD. Los reseñados sinsabores jamás me harán olvidar ni lo meritorio del proyecto (mientras lo fue), ni las gratas experiencias en él vividas, ni la mucha gente valiosa que en él conocí.   

Twitter: @osanchezalonso

martes, 7 de julio de 2015

Calcetines y UPyD


Si un fabricante de calcetines sólo fabricase calcetines para fabricantes de calcetines, sería un tanto absurdo, ¿verdad? Esa idea vino a apuntarla un filósofo alemán de nuestro tiempo. Odo Marquard se apoya en esta metáfora de los calcetines para plantear a sus colegas filósofos que no tendría mucho sentido escribir sesudísimos escritos que sólo pudieran ser digeridos, en el mejor de los casos, por algún entusiasta devoto de la causa.

Y la reflexión cabe extrapolarla a muchos más escenarios. Por ejemplo, es una premisa sustancial para la docencia: alguien no es un buen profesor por lo que sabe, sino por lo que hace aprender. La mera acumulación de saberes resulta alicorta, en tanto que ese conocimiento no logre transmitirse, y en tanto que ese conocimiento no logre generar un nuevo aprendizaje en el alumnado.

A su vez, esa reflexión de los calcetines resultaría también extrapolable a la política. No sólo hace falta que un partido político tenga propuestas sensatas, y no sólo hace falta que sean muy celebradas entre un reducido círculo de militantes. Hará falta llegar a la ciudadanía y tener presencia en las instituciones, para poder llevar a cabo ese programa.

El próximo sábado elige UPyD una nueva Dirección. En estos casi ocho años de trayectoria, UPyD ha hecho muchas cosas bien (“hoy todos dicen combatir, lo que ayer casi nadie combatía); pero sería ocioso negar que se han cometido errores

Formo parte de la candidatura de Renovadores, y en ella se asumen ambas premisas: tanto el reconocimiento de lo hecho, como la necesidad de corregir las deficiencias que tanto lastre han supuesto. Del programa `renovador´, entresacaría tres cambios de actitud que me parecen muy reseñables:  


1. UPyD ha de asumir mejor la crítica interna 

Si cuando alguien discrepa o alguien da un paso atrás pasa a convertirse en un `traidor´, en un `desleal´ o en un `mal compañero´, por esa vía seguiremos empequeñeciéndonos desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo

Es decir, por ese camino se marchan afiliados y simpatizantes; por ese camino nos convertimos en un partido bronco al que da pereza sumarse; y por ese camino nos perdemos la valiosa aportación de personas, cuya crítica no debiera convertirlas de inmediato en sospechosas. 

No se es más de UPyD por el hecho de aplaudir, de manera enfervorizada, cualquier decisión que adopte su cúpula. Quien bien te quiere... no siempre tiene por qué jalearte.


2. UPyD ha de ser un partido que dialogue más y vigile menos

Y ese diálogo se ejerce respecto a la sociedad, pero también respecto a su gente. Muchos afiliados y simpatizantes han estado siempre dispuestos a poner su esfuerzo de manera generosa y altruista. Aguardan, qué menos, cierta empatía, cierta complicidad y cierta confianza

“Más vocación de escuchar y menos obsesión por controlar”, escribió literalmente Fernando Savater (6-5-2015, El País). Los mensajes de Savater, como es sabido, nunca conviene echarlos en saco roto.


3. UPyD tiene que ser consciente del tiempo que nos toca vivir

En este aquí, y en este ahora, la ciudadanía pide a los partidos (en plural) que resuelvan los acuciantes problemas con que se topa nuestra sociedad.

La autonomía de UPyD es indispensable. Tan indispensable como para que sean sus afiliados, todos ellos, los que de manera autónoma puedan decidir si hay que llegar a determinados pactosPactos que en todo caso tendrían que ser perfectamente transparentes, perfectamente definidos, perfectamente coherentes con el Manifiesto Fundacional de UPyD… y perfectamente consecuentes con su lema originario: “lo que nos une”. 

La independencia en política no debe estar reñida con la defensa del interés general. Y será la defensa del interés general lo que en verdad preserve la identidad de nuestras siglas. La independencia no equivale al aislamiento. El aislamiento puede ser un requisito para convertirse en ermitaño, pero no obligatoriamente es una virtud para el ejercicio de la política.  
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Si UPyD tan sólo aspirase a tener buenas ideas, le bastaría con ser una Fundación, recordó Irene Lozano en el debate entre candidaturas. Cierto. Y de hecho, UPyD ya se constituyó en 2007 como partido político, y asumió el salto "de la calle al Parlamento", por recordar un libro del propio Carlos Martínez Gorriarán

Así pues, dado que es partido político, además de diagnosticar con rigor los problemas, y además de ofrecer propuestas realistas que puedan corregirlos o solventarlos, tendrá que buscar esa presencia institucional que permita afrontar unos (los problemas) y canalizar otras (las propuestas).  

Los calcetines políticos no se tejen para la autocomplacencia. También hace falta que la ciudadanía (que otorga razón de ser a un partido) desee calzárselos 

twitter: @osanchezalonso