Las
cosas nunca marchan tan sumamente mal… como para que no puedan seguir
empeorando. Para que ese deterioro prosiga sólo hace falta algo: cruzarse
de brazos. O para ser más precisos, dos opciones ayudan a que el derrumbe
continúe: la complicidad con el menoscabo y la indiferencia ante el mismo.
Hasta ayer, como quien dice, muchos seguían celebrando los exitazos
del bipartidismo; y otros muchos creían ser apolíticos.
Ambas ingenuidades han contribuido a este desbarre político que nos envuelve.
Ambas ingenuidades han hecho mucho daño: tanto el haberse engañado con las
reiteradas falacias del establishment, como el haberse engañado creyendo que
por pasar de la política, la política
pasaría de uno.
Las corrupciones y
descalabros democráticos están extendidos en toda España. Y Salamanca no es
excepción a la regla. Por eso estamos aquí.
Porque no basta con la queja y el lamento. Porque no basta con rasgarse
vestiduras. Porque no basta con hacer pucheros. Porque no basta con gritarle al
televisor.
UPyD nació hace 7
años y medio. Nació porque no nos
convencía lo existente, y nació por
tener alternativa a la ruina democrática, institucional y económica que ha
venido gestándose. Nadie dijo que fuera fácil ser alternativa al duopolio convencional (tan abrumador e incontestable por aquel entonces); y nadie dice que sea fácil ser alternativa
al duopolio new age (tan demoscópico y mediático en este ahora). No resultó
ni resulta fácil. Ni fácil ni cómodo ni sencillo. Tan sólo es, eso sí, ineludible. Tan sólo es, eso también, nuestro
camino.
En UPyD nunca hemos
pretendido tener toda la razón. Pero desde luego que tenemos sobradas razones
para intentarlo: para intentar la mejora de aquello que a todos nos incumbe; para intentar devolver a la ciudadanía el
control sobre sus representantes; y para intentar conseguir, en definitiva, esa regeneración
democrática que cada día resulta más prioritaria.
En estos 7 años y medio de trayectoria, UPyD ha batallado (con tenacidad y
prácticamente en solitario) múltiples temas de imperiosa necesidad. Quien
pudiera considerar esto como una apreciación subjetiva, que se anime a
verificarlo. A cualquiera que se tome la molestia de corroborar o desmentir la
afirmación, los hechos le sacarán de dudas.
UPyD ha dado esa batalla en las instituciones y en los
tribunales: el desfalco de las Cajas de
Ahorro; la obscenidad de las tarjetas black; el desmán de los aforamientos; la sistémica e impune corrupción; la avalancha de costosas duplicidades; la supresión de órganos superfluos; la ineficiencia e
insostenibilidad del modelo territorial;
la erosionada división de Poderes;
la pisoteada independencia de la
Justicia; la lamentable ley
electoral; el combate de los privilegios;
la erradicación de la pobreza infantil;
la desaparición de las Diputaciones;
la fusión de Ayuntamientos; el contrato único indefinido; la
conveniencia de que Sanidad o Educación
sean competencias del Estado (para así proteger la igualdad de los ciudadanos, al
margen del lugar en el que vivan); la ley
de Segunda Oportunidad (planteada cuando los desahucios todavía no protagonizaban tantos titulares, ni tantas
portadas, ni tantos minutos de televisión); y etc, etc, etc.
Un largo etcétera de batallas que UPyD trabaja y ha
venido trabajando. Batallas que UPyD ha
librado… en casi completa soledad. Batallas que hoy están en boca de muchos, y
que hasta ayer casi nadie quiso afrontarlas. Pocos las afrontaban desde la
sociedad civil, y fueron menos los que las afrontaron desde dentro de las
instituciones. Pocos bregaron alguna de esas batallas por separado, y fueron
menos los que bregaron todas ellas en su conjunto. Sin embargo, lo que son las
cosas, hoy todos dicen combatir lo que
ayer casi nadie combatió.
Ante esas necesidades, UPyD entendió que no sólo servía
la protesta, sino que hacían falta propuestas; como hacía falta vigilar al
Poder y erradicar sus tentaciones despilfarradoras, clientelares, oscurantistas
y despóticas. Al igual que el Congreso de los Diputados sería una Cámara
bastante más empobrecedora e ineficaz sin la presencia de UPyD; estamos seguros
de que el Ayuntamiento de Salamanca, con
UPyD en su seno, será un Consistorio de mayor eficacia, pluralismo, transparencia,
supervisión y proximidad.
Aquello que acontece en la esfera pública (sea en el ámbito internacional, nacional, autonómico, local) evoluciona de maneras muy diversas. Las cosas nunca
marchan tan mal, decíamos al principio, como para que no sean susceptibles de empeorar. Cierto. Pero
atrevámonos a verlo de otro modo, que también es igual de veraz: las cosas nunca marchan tan
mal… como para que no puedan emprender mejoría.
Hace falta ponerse a ello. ¿Nos ayuda? ¿Nos ayudas?
twitter: @osanchezalonso
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artículo también publicado en el blog personal de Tribuna de Salamanca, 4-3-2015.