martes, 20 de enero de 2015

El quizá y el despotrique


El rey de un lejano país se dirigió al más sabio del reino. Cuenta la leyenda que le encargó una labor de síntesis. Le pidió que resumiese su saber en una enciclopedia. Y nuestro erudito personaje así lo hizo.   

Pero pronto el rey volvió a plantearle otra solicitud. Al monarca debió darle pereza la lectura de todos los tomos y volúmenes que configuraban aquella particular Espasa, y exigió que el conocimiento fuese sintetizado en un solo libro. Nuestro docto personaje así tuvo que hacerlo. 

Sin embargo, el rey no terminó de quedar satisfecho, y al cabo de poco tiempo siguió formulando peticiones: solicitó que el saber fuese sintetizado en un solo capítulo; y luego en una sola frase; y luego en una sola palabra.

Una palabra debía condensar toda esa sabiduría. Nuestro sabio personaje asumió el reto y, una vez más, atendió a la demanda: la palabra elegida fue "quizá".

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A mí el adverbio “quizá” me cae simpático. Me gusta su potencial. Me gusta por lo que encierra de posibilidad, y de propósito, y de proyecto en construcción.

Admiro a esas personas que emprenden una ejemplar andadura, siendo conscientes de que existen dificultades para llevarla a cabo. Esas personas existen. Y además existen en ámbitos diversos: en el terreno artístico, cultural, científico, educativo, familiar, afectivo… Existen también en el ámbito político, por supuesto que sí.

Personas que afrontan el desafío sin tenerlas todas consigo. Personas que asumen el reto, teniendo la certeza de que no va a ser fácil, ni cómodo, ni sencillo, ni rápido. Eso lo saben. Pero también saben que no cabe la renuncia; y también saben que el “quizá” es mil veces más valioso que el “yanohayforma

2015 es año electoral. Mucha ciudadanía está muy harta de lo que viene sucediendo en la política. Es comprensible que exista ese hartazgo. Es comprensible, pero la desafección no sirve para nada: al menos para nada que podamos considerar constructivo y regenerador. Está bien que la indignación sea un punto de partida, pero de poco sirve si se convierte en un punto de llegada.

Si se despotrica de muchas cosas, pero se sigue votando a sus causantes, de nada servirá el despotrique.  Si se despotrica de muchas cosas, pero no se vota, de nada servirá el despotrique. Si se despotrica de muchas cosas, pero se decide votar a ilusorias ensoñaciones, de nada servirá el despotrique.

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CODA: Ni más de lo mismo… ni unicornios fosforito. Éstas y otras cuestiones se afrontaron en esta entrevista.


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artículo también difundido/publicado en esRadio (programa "La mañana de Salamanca") y Tribuna de Salamanca, 13 y 14 de enero de 2015.