Los vimos en aquella película de los ochenta. Los gremlins eran unos seres simpáticos en apariencia, salvo cuando derivaban en peligrosos e inquietantes bichos. Sufrían esa transformación cuando comían después de medianoche, les daba la luz sol y entraban en contacto con el agua.
El engranaje PP-PSOE comparte rasgos. Ciertos políticos del bipartidismo son también muy amables, sonrientes y simpáticos… ¡¡especialmente en campaña electoral!! Bien conocemos ya sus mutaciones.
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El bipartidismo ha comido después de medianoche. Antes, después y durante, porque cuenta con unas inmensas tragaderas: se traga listas electorales con imputados; se embucha pactos infumables con formaciones nacionalistas; se embaula bochornosos cambios de discurso; glotonea propuestas de UPyD, con el único propósito de incumplir aquello que ha simulado copiar... Una joyita.
Al bipartidismo tampoco le gusta la luz del sol. Por eso es receloso a la claridad y a la transparencia. Las tinieblas siempre ayudan a sus compadreos. El oscurantismo siempre favorece sus manejos.
Y el bipartidismo tampoco es muy proclive al contacto con el agua. PSOE y PP huyen de cualquier manantial que suponga regeneración y limpieza. Por eso –aunque no lo reconozcan- se incomodan al escuchar, en el horizonte, el fluir de la mareamagenta.
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Esa marea será mayor o menor. Pero independientemente de los resultados que deparen las urnas el 22 de mayo, ambas fuerzas conservadoras (conservadoras de su statu quo, conservadoras de sus privilegios, conservadoras su “más de lo mismo”) saben que existe alternativa. Y la palabra alternativa, mira por dónde, empieza con “Unión”, se escribe con “Progreso” y se acentúa con “Democracia”.
Frente al `gremlinsismo´… existe la vie en rose, existe la vie en magenta.
