El progreso de la humanidad acostumbra a ser una caída de muros. El pasado domingo comenzó a erosionarse otro más: el muro de la cerrazón y la soberbia que, con tanto empeño, ha venido forjando el bipartidismo reinante.
Todavía queda en pie mucha muralla (PSOE y PP llevaban muchos años trabajando en esa construcción tan poco edificante), pero el 22 de mayo se han desplomado areniscas, guijarros, cantos y pedruscos. La muralla de los privilegios aún es compacta… pero se van avistando sus enormes grietas, y al otro lado del muro se avista luz.
Hubo un tiempo en que bajo los adoquines, algunos buscaron la arena de la playa. Hay otro tiempo, y es éste, en que tras los adoquines de ese reaccionario muro… está el progreso, está la regeneración democrática. [cfr. vídeo adjunto]