sábado, 2 de marzo de 2013

Rajoy, como la cantante Jeanette



A Jeanette le pasaba lo que a Rajoy le sucede. Una era rebelde “porque el mundo me hizo así”; y el otro es incumplidor porque la realidad le obliga a ello. Pobrecillo. De ahí no le sacas al presidente. En el Debate sobre el Estado de la Nación se siguió agarrando al ardiente clavo de lo inevitable… justo como había venido haciendo los 14 meses precedentes.

El caso de Rajoy es más problemático que el de la cantante. Jeanette nos reconocía que “nadie me ha tratado con amor”, que “nadie me ha querido nunca oír”, y que “siempre sin razón me negaron todo aquello que pedí”. A Rajoy, sin embargo, en modo alguno le falta amor; y en modo alguno escasean quienes quieren escucharle con devoción y reverencia. El cariño periodístico que le brindan los Marhuenda de turno difícilmente puede ser mayor: “nunca desde La Razón me negaron todo aquello que pedí”, debiera decir la estrofa.

No obstante, a pesar de que Rajoy sí tenga quien le escriba (ya quisiera el coronel de García Márquez), la “deuda recibida” siempre está ahí para seguir echando cables. Y sin duda que el Gobierno de Zapatero fue calamidad de calamidades. Sin duda que fueron paupérrimas las cuentas dejadas por el anterior Ejecutivo, pero también sin duda cabe hacer algunos matices:

1. El PP, antes de llegar a Moncloa, gobernaba ya en muchísimas Comunidades Autónomas y en muchísimos Ayuntamientos. Hacerse el completo sorprendido justo al llegar al Gobierno resulta ridículo. Seguir haciendo pucheritos y ademanes de sorpresa en febrero de 2013… roza algo más que el bochorno.  

2. El PP conocía sobradas ineficiencias, sobradas duplicidades, sobrados gastos superfluos y sobradas ruinas de nuestro modelo de Estado. Era su obligación conocer esos despropósitos que existen en la actual Administración Pública. De hecho, es inconcebible que no los conociera, dado que es coautor y cómplice de los mismos. Y a su vez, que tales desmanes se hayan seguido sosteniendo a lo largo del tiempo, no es despiste o candidez. Esos desbarres cuentan con una auténtica finalidad: servir al interés clientelar del establishment.

3. Hay multitud de cuestiones donde optar por una política u otra no es cuestión de dinero. Dos apuntes como ejemplo: (a) el PP de Rajoy se había comprometido a trabajar por una Justicia independiente. Pronto se ha observado que prefiere darle continuidad a la hedionda costumbre de colar las respectivas cuotas partidistas en el Consejo General del Poder Judicial [PP y PSOE rechazan una iniciativa de UPyD para despolitizar la Justicia]; (b) a Bolinaga, el Gobierno le concedió el tercer grado, y desde luego que no son razones presupuestarias las que podían explicar que faltara a su palabra. Para más inri, al incumplimiento se le añadió otro cobarde, obsceno y rastrero engaño: simular que se había visto obligado a ello por la ley.

4. Si el PP hizo un programa de política ficción por inocente ignorancia, tan nociva ingenuidad no sólo sería irresponsable. Si el PP hizo política ficción con el propósito de que le resultase más fácil ganar las elecciones, tal mentira sería sencillamente repulsiva. Ambas posibilidades, como se observa, son a cuál peor.

5. Ese soniquete en el que anda Rajoy (“No he cumplido con mis promesas, pero tengo la sensación de haber cumplido con mi deber”) tan sólo evidencia que en el deber del presidente estaba el incumplimiento. Pura lógica.

Pues eso. Jeanette fue “rebelde” porque ése era su sino (al menos así lo cantó); y Rajoy es incumplidor porque así lo marca su hado (al menos así nos lo cuenta… quedándose más ancho que largo)
 

 
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artículo también publicado en Tribuna de Salamanca (27-2-2013).