Combatir la corrupción (venga de donde venga) es un requisito cívico esencial, un mínimo de decoro democrático. Y convendrá recordar que la mayor corrupción arrancó desde el minuto uno de legislatura: cuando se decidió sacrificar el interés general para ceder al chantaje de los separatistas, y así poder mantenerse en el Poder. Asimismo, se abordó también esa ligereza y simplificación con la que se reparte el etiquetado de "progresista" a postulados de carácter reaccionario. A modo de ejemplo, puede consultarse
aquí.