Estaba allí, sí. Estaba y está, negándose a afrontar los desafíos que tiene por delante nuestro sistema democrático. El que pasa por ser el cuento más breve en la historia de la literatura (“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”) encuentra su extrapolación política. Monterroso nos permitirá la licencia.
La sociedad española ha dormido demasiado tiempo. Hemos dejado hacer, más de la cuenta, al dinosaurio de dos cabezas. Dos cabezas (una con forma PP, otra con forma PSOE), pero un mismo corazón electorero, conformando similar mastodonte.
El dinosaurio de dos cabezas siempre ha preferido encontrar a su alrededor una sociedad un tanto adormecida, un tanto aletargada, un tanto anestesiada. El dinosaurio de dos cabezas ha hecho lo posible por propiciar somnolencia a su alrededor, porque la somnolencia, siempre, viene bien a sus manejos.
Entre los méritos que UPyD ha venido corroborando en sus tres años y medio de existencia, quisiera hoy referirme a uno muy sustancial: haber ejercido de despertador. UPyD ha contribuido a que la sociedad se desperece, y sobre el tapete político ha puesto lagunas y deficiencias que (por conveniencia de los mayoritarios) estaban siendo ignoradas. Así se explica que UPyD haya situado el "quizá" delante de nuestras narices.
Cuenta la leyenda, que el soberano de algún remoto país pidió al más sabio de sus conciudadanos que le resumiese su saber en un libro. Este sabio y modesto ciudadano le escribió ese libro; y el rey, a continuación, le siguió formulando peticiones: ahora en un capítulo, luego en un artículo, a continuación en una frase… por último en una palabra, una única palabra. Su sabio interlocutor tuvo que atender la demanda: la palabra elegida fue "quizá".
Para buena parte de la ciudadanía, UPyD representa ese “quizá”: ese aún-es-posible, ese puede-que-estemos-a-tiempo, ese tal-vez-no-sea-demasiado-tarde. Representa el vamos-a-intentarlo. Nadie dice que sea fácil, pero tenemos la oportunidad y el compromiso de intentarlo.
Rosa Díez tiene una particular estima por el epitafio del canciller Willy Brandt: “Lo he intentado” (Ich habe es versucht). Sin duda un hermoso epitafio. El intento implica voluntad, decisión, coraje, determinación, entusiasmo; pero a su vez, también, implica una razonable humildad. Intentarlo no presupone la consecución automática de los objetivos; pero intentarlo de verdad tampoco equivale a desistir antes de tiempo… ni a renunciar en mitad de la contienda.
En UPyD existe ese espíritu de resistencia desde su mismo origen. Y por eso –de cara a las próximas elecciones autonómicas y municipales- toca seguir batallando. Toca recordarle al dinosaurio de dos cabezas, que no estamos dormidos, que no vamos a callarnos, y que no nos vamos a acobardar. [No nos dan miedo etarras y batasunos; no nos da miedo el nacionalismo que pretende erigirse en obligatorio; evidentemente, sólo faltaba, tampoco nos puede dar miedo ese diplodocus bipartidista].
Cuando la ciudadanía despertó... ya no quiso seguir amodorrada. Ojalá.