El embajador de China en España señala que cada país tiene su propia "interpretación" de los derechos humanos. Claro, claro. Pinochet y Castro, Pol Pot y Videla, Franco y Chávez, Kim Jong-Il y Leónidas Trujillo, Mussolini y Mao, Salazar y Ceaucescu, Stalin y Hitler, Massera y Honecker, Ahmadineyad y Mohamed VI... Todos ellos fueron y son grandes "intérpretes" de los derechos humanos.
Es triste (pero comprensible) que el embajador chino nos venga con ese cuento "interpretativo". Lo sonrojante es que el Gobierno español aparente tragárselo... y quiera hacérnoslo tragar.
Elena Valenciano nos ha contado aquello de que "el PSOE mantiene un diálogo permanente con el Partido Comunista chino sobre la cuestión de los derechos humanos". La diputada socialista decía esto, mientras reconocía que (en el encuentro con el viceprimer ministro chino) se iba a guardar un grandísimo silencio sobre derechos humanos.
De nuevo la propaganda ("diálogo permanente sobre derechos humanos") contrastando con los hechos. De nuevo las grandes palabras empleadas como mera coartada que pretende justificar otros propósitos. Como hemos podido observar, la reseñada reivindicación "permanente"... sufrió su interruptus.
No es de extrañar. Zapatero, ahora, complaciente con Li Keqiang; como Aznar, ayer, complaciente con Gadafi. En el compadreo con las tiranías, nuestro hegemónico bipartidismo también sabe dar la talla. Remorando el certero artículo de Carlos Martínez Gorriarán, podríamos añadir que en estos terrenos (la interesada complacencia hacia las tiranías), PSOE y PP también muestran su intercambiable y convergente trayectoria.