domingo, 13 de marzo de 2016
viernes, 26 de febrero de 2016
Patrañas sin deshielo
Veo a Urdangarín en el juicio. Y le escucho desconocerlo
todo. Nada nuevo respecto a la lavativa de manos que hemos visto en muchos
personajes de la esfera pública. Por eso, esto.
domingo, 7 de febrero de 2016
Fernando Savater: el coraje cívico de no esconderse
Fernando Savater es una
admirable simbiosis de brillantez intelectual y coraje cívico. Y todo ello
envuelto en ese tono cercano, comprensible, desenfadado y jovial que tanto le
caracteriza. Fernando Savater es sabiduría (sin
petulancias), grandeza (sin postureos) y ejemplaridad (de la que reconforta).
Explicaba
en uno de sus artículos un significativo pasaje de su infancia. En los circos
de aquella época, las jaulas de las fieras se disponían en las proximidades de
la carpa, de modo que en los horarios en que no había función, los animales resultaban
bastante accesibles para el público. Un día, aquel pequeño Savater se topó con
un tigre de bengala dormido, y no pudo
resistirse a acariciar su testuz (ganándose, claro, la bronca posterior de
su abuelo Antonio).
Aquello
debió resultar premonitorio, puesto que Savater, ya crecido, toda su vida ha seguido colocando la mano al
otro lado de los barrotes. Ya no
porque esas otras fieras estuvieran dormidas (sino porque sabía, precisamente, que
estaban más que despiertas), y desde luego ya no para acariciarlas (sino para plantarles
cara con decidida convicción).
Ésta ha sido una constante en su
trayectoria. Y de ahí que se buscase complicaciones en la dictadura
franquista (y eso le llevó a la cárcel, y eso supuso que le apartaran de la
Universidad); y de ahí que estuviera en el punto de mira de los
asesinos etarras durante años y años; y de ahí que los nacionalistas de todo signo le consideren una variante de Belcebú o un vasco
echado a perder; y etc, etc, etc.
Son múltiples
los charcos y jardines en los que Savater ha entrado. Y no entra de forma
caprichosa. Entra con la veracidad de los hechos y el argumento racional. Y entra para defender
derechos y libertades de la persona; para denunciar atropellos contra las instituciones democráticas; para salvaguardar el concepto de ciudadanía;
o para combatir zafias simplezas,
populistas monsergas, manipuladores engaños y fanáticas enajenaciones.
"No
hay página de Chesterton que no contenga un deslumbramiento", apuntó
Borges. Pues bien. Igual sucede con Savater: siempre hay deslumbramiento,
siempre hay hallazgo, siempre te suministra aprendizaje.
Aunque no compartieras lo que te está diciendo, con Savater siempre puedes aprender: aprendes por lo que dice, aprendes por cómo lo dice, y aprendes porque lo dicho te va a conducir a otro autor, a otro libro, a una determinada película, a una determinada música, a un determinado cómic... Savater es una invitación a seguir buscando.
Aunque no compartieras lo que te está diciendo, con Savater siempre puedes aprender: aprendes por lo que dice, aprendes por cómo lo dice, y aprendes porque lo dicho te va a conducir a otro autor, a otro libro, a una determinada película, a una determinada música, a un determinado cómic... Savater es una invitación a seguir buscando.
No me
detendré en relatar su excepcional y extenso currículum. Es uno de los
pensadores más influyentes del mundo (Savater nunca daría relevancia
a este tipo de datos, pero es de justicia recordar aquello que han atestiguado revistas como Prospect
o Foreign Policy).
Ese dictamen no es azaroso: cincuenta años de colaboración en medios prestigiosos;
libros que son referencia en el
análisis ético y político de la actualidad, en la divulgación filosófica, en el
campo educativo, en la crítica cultural, en la creación literaria…; multitud de
idiomas a los que han sido traducidas
muchas de sus obras; abundantes honoris causa con los que ha sido
galardonado en distintas universidades del planeta; o inacabables premios que ha ido obteniendo a lo largo de su
itinerario.
El
elenco de condecoraciones abarca su faceta
de articulista (premios periodísticos de tanto reconocimiento como el Ortega
Gasset, el Mariano de Cavia, el Francisco Cerecedo…); su faceta de ensayista (Premio Nacional de Ensayo, Premio Anagrama,
Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz…); su faceta de novelista (Premio Primavera de Novela, Premio Planeta,
Finalista del Planeta…); o, por no alargarnos, su faceta como activista de los derechos humanos y las
libertades públicas (Premio Sajarov que Savater recoge en
nombre de la plataforma Basta Ya).
No hará falta enumerar más. Esa enumeración, por exhaustiva que sea, nunca reflejaría cuanto de meritoria resulta su carrera en términos creativos, pedagógicos y democráticos. Y ninguna enumeración jamás alcanzaría a plasmar el inmenso magisterio de su actitud: una actitud comprometida, vital y alegre, a pesar de todas las penas y dificultades que toque lidiar.
Mientras algunos prefieren el silencio cómplice y acomodaticio, Savater siempre ha optado por no callar. Mientras algunos escurren el bulto, Savater siempre ha optado por mirar de frente. Mientras algunos se decantan por interesados y rentables disimulos, Savater siempre ha optado por no esconderse. Así son las personas libres.
Mientras algunos prefieren el silencio cómplice y acomodaticio, Savater siempre ha optado por no callar. Mientras algunos escurren el bulto, Savater siempre ha optado por mirar de frente. Mientras algunos se decantan por interesados y rentables disimulos, Savater siempre ha optado por no esconderse. Así son las personas libres.
@osanchezalonso
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(*) texto de lo que fue la presentación oral de Fernando Savater, previa a su intervención en la Facultad de Comunicación de la UPSA, 3-2-2016.
(**) fotografías: Enrique Carrascal.
martes, 12 de enero de 2016
PodETNOS y PUEBLO Iglesias
Tanta tabarra invocando el concepto
pueblo, y al final resulta que al partido de Iglesias le interesaba más el
etnos que el demos.
Quizá aseguren que no es así. Quizá se
empeñen en afirmar que les preocupa mucho-mucho-muchísimo el pueblo. Pero lo
cierto es que PODEMOS, de cara a las negociaciones para la próxima legislatura,
al menos hasta ahora ha puesto el referéndum de autodeterminación como
una de sus irreductibles líneas rojas.
No es de extrañar, porque quienes se
ponen muy trascendentes e intensitos zarandeando el término pueblo,
suelen tener a mano su particular pueblómetro. Prodigioso artefacto
para determinar quiénes son y no son de pura cepa; quiénes
están y no están entre el auténtico pueblo champions league.
En esa lógica encaja bien el manoseado
y engañoso “derecho a decidir” (derecho a decidir, por supuesto, que otros
no decidan). Según el pueblómetro ad hoc, a unos les corresponde ese
privilegio decisorio (porque se entiende que son pueblo de primera división),
mientras que otros no dispondrán de tal dispensa (porque se considera que son
pueblecillo de baja cuna y peor estofa).
Desde esas premisas no se concibe que el
pueblo pueda estar constituido por personas individuales y autónomas; capaces
de coincidir y discrepar en múltiples aspectos, pero cuya coincidencia o
discrepancia no aumenta ni merma su condición de ciudadanos libres e iguales.
Esto no se concibe, porque desde las reseñadas consignas se prefiere la
abstracta ficción de que el pueblo encarna una única y homogénea voz. De
modo que la conclusión es obvia: quienes difieran de esa voz y ese dictamen
será porque no son el genuino pueblo por antonomasia.
Y si quedaba alguna duda de esa
preocupación que PODEMOS muestra por el etnos, otra de sus líneas rojas así
vuelve a reafirmarlo. Ahí está la pretensión de configurar
cuatro grupos parlamentarios: el de PODEMOS como tal, y los de sus anexos territoriales
en Galicia, Valencia y Cataluña.
Esa exigencia deja de lado,
fragmentándolo, el demos; además de seguir afianzando la deriva nacionalista
en el Congreso. Una Cámara que no es de representación territorial, sino que
representa (debiera representar) al conjunto de la ciudadanía. La
representación de la ciudadanía española (en tanto que ciudadanos, no en tanto
que nativos o aborígenes) desde luego que no equivale a representar gentilicios
de forma fragmentada.
A su vez, los cuatro grupos parlamentarios
permitirían a la coalición multiplicar sus ingresos; como se multiplicarían las
intervenciones en plenos y comisiones; y como se multiplicaría el cupo para
formular iniciativas parlamentarias. Es decir, una ingeniosa ocurrencia
en aras del interés general, querrán contarnos.
Y si PODEMOS ha venido postureando
mucho con el vocablo pueblo, no menos con la noción de democracia. Sin
embargo, el compromiso democrático se demuestra andando (no mediante
sobreactuada palabrería), y hay bastantes asuntos donde PODEMOS no ha
comenzado… ni a gatear.
Ejemplo actual. Un reciente manifiesto a favor de
la democracia en Venezuela pretende evitar que Nicolás Maduro
sabotee el correcto funcionamiento de la nueva Asamblea. Y advertir de esa
situación (en un país donde existen presos políticos y donde los abusos
despóticos han estado y están a la orden del día) no es un infundado alarmismo,
sino una elocuente constatación de los hechos.
El manifiesto ha sido respaldado por un
amplio abanico de formaciones políticas. Por el contrario, PODEMOS ha vuelto a escurrir el bulto. Y digo que ha vuelto, porque esta actitud ya la ejerció en marzo de 2015 (votó en contra de
una resolución del Parlamento Europeo que solicitaba liberar a los presos
políticos); y en septiembre (se abstuvo en el
Senado ante el mismo tema); y en diciembre (sus eurodiputados se
ausentaron para no votar una resolución que condenaba la represión de los
opositores, y que demandaba diálogo para evitar escaladas de violencia).
Asimismo, cuando detuvieron al alcalde
de Caracas (Antonio Ledezma) o cuando se produjo la detención de Leopoldo
López, surgieron las tibias y melifluas declaraciones de Pablo Iglesias. Por no
hablar, en fin, de anteriores asesoramientos, vínculos y baboseos varios
hacia el tiránico régimen chavista.
A PODEMOS parece incomodarle que se vislumbre
proximidad entre el chavismo y algunos de sus próceres. Convendría entonces que
ofrezcan verificables razones para desmentir tal hipótesis. Si quieren romper
con los Maduro y compañía, seguro que “sí se puede”. Así que ánimo: querer es poder (a veces), aunque poder requiere querer (siempre).
De no erradicar esas complicidades con la autocracia, va a ser difícil que alguien pueda
creerse el compromiso democrático de las siglas (salvo los elegidos por el
pueblómetro, claro, que seguirían jaleando, con igual entusiasmo,
el doble rasero).
El semipalíndromo propicia significados
diferentes cuando una palabra es leída en un sentido o en sentido inverso
(azar/raza; animal/lámina…). Pues bien, cuando a un LÍDER como Pablo
Iglesias le miras del revés… aflora REDIL. Los semipalíndromos (o
bifrontes) así se las gastan.
twitter: @osanchezalonso
miércoles, 6 de enero de 2016
domingo, 13 de diciembre de 2015
sábado, 14 de noviembre de 2015
Savater contra los fanáticos
Ese ogro está vivo y
coleando. Colea para matar, para envilecer, para reprimir. Colea para
aterrorizar. Los atentados de París vuelven
a recordarnos la descomunal excrecencia del fanatismo. Y conviene no
olvidarlo: la deriva integrista (en nombre de lo que sea) ni está circunscrita
al pasado, ni obligatoriamente pilla lejos, ni es patrimonio en exclusividad de
los terroristas.
Un ejemplo que corroboraría esto último. Este verano se publicó que una joven había muerto ahogada, porque su padre no permitió que los socorristas llegaran a tocarla. Ese padre no era terrorista (ninguna información apuntaba en ese sentido) y supongo que ese padre querría mucho a su hija. Pero lo cierto es que quiso más a su doctrina; y prefirió verla morir antes de que viviese con lo que él habría considerado una inasumible mácula. El balance parece claro: la chica falleció ahogada, mientras que el fanatismo, en pleno 2015, evidenciaba seguir tan a flote.
Un ejemplo que corroboraría esto último. Este verano se publicó que una joven había muerto ahogada, porque su padre no permitió que los socorristas llegaran a tocarla. Ese padre no era terrorista (ninguna información apuntaba en ese sentido) y supongo que ese padre querría mucho a su hija. Pero lo cierto es que quiso más a su doctrina; y prefirió verla morir antes de que viviese con lo que él habría considerado una inasumible mácula. El balance parece claro: la chica falleció ahogada, mientras que el fanatismo, en pleno 2015, evidenciaba seguir tan a flote.
La nómina de fanáticos, pues, es bastante abarcadora. Fernando Sávater
lleva décadas combatiendo el fanatismo. Su penúltimo ensayo lo aborda de
manera expresa, adentrándose para ello en un pensador que fue también paladín
de ese combate. De ahí Voltaire contra los fanáticos (Ariel,
2015).
La divisa del fanático vendría a ser “piensa como
yo, o muere”, “cree lo que yo creo, o te haré todo el daño que pueda”, “asume
lo que yo te digo, o perecerás”. Planteamientos parejos (en distintos grados, pero similar esencia) son más
habituales de lo que resultaría reconfortante. Por eso el fanatismo no es
un mero recuerdo histórico. Está vigente en la actualidad, y a veces lo
encontramos bien cerca: al otro lado de la esquina, incluso, de nuestro propio
carácter.
Lo decisivo del fanático no es tener una creencia que
defiende con fervor. Lo definitorio
del fanático es considerar que su creencia ha de ser una obligación para los
demás. El fanático buscará imponer su credo, convencido de estar haciendo
no sólo una gran labor, sino la única labor que debe hacerse.
“Si la
persona humanista y civilizada pide las cosas por favor”, el fanático “las
exige por pavor”, sintetiza Savater. Es así de triste. Y es así de constatable. El fanatismo,
como el cartero de la película, suele llamar dos veces. La primera para
embaucarte; y la segunda, si lo hubieras desoído, para silenciarte o terminar
contigo.
“La única arma que existe contra este monstruo es la razón.
La única manera de impedir a los hombres ser absurdos y malvados es ilustrarles.
Para hacer execrable el fanatismo no hay más que pintarlo”, escribió Voltaire.
Ciertamente, desenmascarar la fanática
vileza es prioritario. Y para ello, estimular
el ejercicio racional se convierte en requisito imprescindible.
Apuesta Savater por una razón “atrevida” (para desligarse de
tutelas acríticamente aceptadas) y “modesta” (para acatar los límites que a
todos nos envuelven). Desde luego, conoce Savater de lo que escribe, y practica
de lo que habla. Con arrojo, pero
también con humildad, Savater nunca se esconde. En su encomiable
trayectoria ha sabido estar al frente: sin escondites ni disimulos, y asumiendo
severos riesgos, mientras otros se ponían de perfil.
El coraje democrático y la valentía cívica de Savater, junto
a su tono desenfadado, ameno y divulgador, configuran algo más que una forma de
escribir: es un estilo de vida. El mejor
antídoto frente a cualquier empeño fanatizador.
El parisino Voltaire fue (y es) un referente contra el
fanatismo. Tarea que no
está acabada, y cabe temer que nunca se acabará por completo. Por eso
corresponde seguir librando esa batalla. En ese cometido siempre nos ayudará un
ejemplar defensor de la ciudadanía: un donostiarra universal que se llama Fernando Savater.
twitter: @osanchezalonso
***
artículo también publicado en ¿HAY DERECHO? (blog sobre actualidad jurídica y política), el 15-11-2015.
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