A un lado y otro del espectro ideológico, hay gentes que pretenden rentabilizar ese miedo que propagan. Inoculan sus patógenos discursos desde instancias parlamentarias, o desde medios y redes sociales, y esas infecciosas algarabías van calando en la sociedad. Columna que el pasado jueves publicaba en La Gaceta de Salamanca.
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