“Se han producido
algunas cosas que no nos gustan”, dijo Rajoy hace unos días. “Unas pocas
cosas”, insistió. Cuando el
presidente del Gobierno hizo estas declaraciones, estaba aludiendo y eludiendo:
aludía a la corrupción, y eludía el nombrarla.
Son los usos y costumbres propios de Rajoy, porque son
los usos y costumbres que caracterizan al
establishment que nos gobierna desde
hace más de tres décadas. No llamar a las cosas por su nombre es una
vomitiva práctica que ha manoseado sin pudor el reinante bipartidismo.
Cuando Rajoy apunta que “se han producido algunas
cosas que no nos gustan”, no sólo aflora
el eufemismo (“algunas cosas”, “unas pocas cosas”). Aflora también la pasiva refleja (“se han producido”), que quizá
resulte más perversa. A través de esa pasiva refleja, Rajoy pretende escurrir
todo el bochornoso bulto. Esa pasiva refleja evita la contaminación, burla la
suciedad… y enmascara los hechos.
Rajoy podría haber planteado:
“El PP y el PSOE hemos sentado los cimientos desde hace muchos años, para que
la corrupción campe a sus anchas”. Esa frase sería
nítida, clarificadora y veraz. Sin embargo, Rajoy escogió otro camino.
La engañifa no sólo surge por esquivar la
palabra corrupción. Decir que “se han producido cosas” es sugerir que han brotado por azar y generación
espontánea. Decir que “se han producido cosas” es sugerir que estamos ante algo que tiene vida propia, sin causas ni causantes.
Cuando Rajoy nos lanza la milonga de que “se
han producido cosas”, nos invita a pensar que estamos ante una especie de fenómeno atmosférico, ante el que no cabe pedir
responsabilidad alguna. Por eso es una trampa. Una más dentro del
sonrojante currículum que viene protagonizando el duopolio PPSOE.
El poeta y ensayista Paul Valéry advirtió que “la sintaxis es un valor moral”. Salvadas
las excepciones que corresponda salvar, entiendo que estaba en lo cierto. En el
lenguaje político, la fórmula lingüística elegida suele encarnar una opción
ética. Una forma de entender la convivencia. Una manera de afrontar el
ejercicio democrático.
Rajoy es ese político pasivo y sin reflejos, que recurre a la embaucadora pasiva refleja
que ha sido reseñada. Rajoy es el mismo que ya se negó a utilizar la palabra “rescate”; y es el mismo que, ante el
vertido del Prestige, señaló: “Salen
cuatro pequeños hilitos con aspecto de plastilina en estiramiento vertical”.
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artículo también difundido/publicado en esRadio y Tribuna de Salamanca (4 y 5 de noviembre de 2014).