“(...) Imaginad / que
estamos bailando un bolero. / Pero la música que suena / yo no la oigo: es otro
ritmo, / otro compás, el que yo llevo. / (…) ¿Cómo puedo / decirle que escucho una
música / que ya sonó o no sonó nunca? / (...) / llevamos músicas distintas. / Por eso el baile es imposible / y debo desistir.”
José Hierro: `A contratiempo´
No me voy a presentar a las municipales. Ni con UPyD ni con nadie. No
temo los augurios ni me persuade el crecimiento de otras formaciones. Frente a
todo eso se podría luchar, pero no ante esta sangría que nos envuelve: sangría
cuyo goteo viene aflorando desde hace mucho tiempo, y que se acelera a
borbotones tras las elecciones andaluzas.
Cuando me comprometí con UPyD, en
los inicios de este proyecto, era
consciente de que los éxitos electorales no eran lo único ni iban a ser,
desde luego, lo primero. Con eso contaba. Con eso cuento.
Puede ser satisfactorio perder
unas elecciones, cuando se defiende aquello que corresponde defender; como puede
ser reconfortante perder una votación parlamentaria, cuando se enarbola la
causa justa y se cuestiona aquello que los intereses creados no desean cuestionar.
En consecuencia, puedo asumir cualquier derrota
cuantitativa, pero me resulta irrenunciable la satisfacción cualitativa. Y esa imprescindible recompensa la
sintetizo en dos puntos:
- compartir proyecto con personas de valía que me merecen toda credibilidad y reconocimiento: esas personas siguen existiendo en UPyD, por supuesto que sí, pero muchas de ellas (y no sólo me refiero a afiliados) se han marchado o se han distanciado de un modo u otro; y
- sentirme partícipe de un proyecto necesario, regenerador y estimulante: el Manifiesto fundacional de UPyD lo sigue siendo, pero a día a día, y con el condicionante ya reseñado, esa necesidad, esa regeneración y ese estímulo se ven mermados hasta extremos difícilmente digeribles.
UPyD ha venido realizando una tarea encomiable (“Hoy todos dicen combatir lo que ayer casi nadie combatió”). Esa labor, precisamente por
estar bien hecha, precisamente por ser meritoria, ha conllevado que muchos
ámbitos afilaran todas sus uñas para intentar aniquilar el proyecto. Pero eso no impide constatar errores: suicidas errores que han incentivado la aludida hemorragia.
***
Quienes me conocen saben de mi
afición por José Hierro. A veces
recurro a distintas partes de su obra, para intentar expresar aquello que me resulta
más duro y triste (a modo de ejemplo: “Pero no recuerdo quién eres”).
Tanto en Salamanca, como en toda España, la regeneración democrática
cada día es más imprescindible. En esa tarea he tratado de echar una mano.
En esa tarea he intentado prestar mi ayuda.
La música de la regeneración sí sonó en UPyD. Sonó con afinación,
sonó con pulcritud, sonó con acierto, sonó con lucidez, sonó con valentía. Y sonó cuando alrededor
sólo había el silencio del inmovilismo o el estridente chirrido de las
enajenaciones.
Pero esa música, lamentablemente, hoy no puedo escucharla. En la orquesta hemos perdido excesivos instrumentistas, y la melodía pierde cadencia. Seguiré
afiliado a UPyD, pero no puedo afrontar así una campaña: “el baile es imposible / y debo desistir”.
twitter: @osanchezalonso